Opinión

Seleccionadores culturales

(c) Foto y Pintura JMM
photo_camera (c) Foto y Pintura JMM

Los seleccionadores de las artes, filosofía, literatura, humanidades son verdaderos co-creadores, co-autores, co-investigadores porque seleccionan quienes están y quienes no.

No se valora lo suficiente, todos los oficios de la cultura, sea en artes, letras, ciencias, tecnologías, humanidades, teologías que seleccionan los productos y los nombres-humanos que les permiten estar y ser, en una antología, un número de revista, un estudio o análisis, una exposición, una referencia, una cita, etc.

Se suelen dividir los mundos de la cultura en general, dependiendo después de cada especialidad o cada saber, en las siguientes categorías: autores-creadores-inventores-investigadores, los seleccionadores-gestores-patrocinadores-promotores-empresarios, los coleccionistas-público en general.

Dentro de cada categoría, según el saber y la especialidad o el arte, existen multitud de otros oficios y profesiones, con distintos fines y poderes y presencias –según épocas y tiempos y sociedades y culturas, incluso territorios geográficos, no es lo mismo en una ciudad de un millón de habitantes que una de treinta mil…-.

Una obra cultural equis, perteneciente al saber zeta, no es suficiente con la producción-creación-invención-autoria por una persona, sino que además, siempre tiene que pasar unos filtros, que a eso es lo que denominamos seleccionadores-gestores-interpretadores. Filtros editoriales, sean entidades públicas o privadas, filtros de antólogos o expositores, sean públicos o privados, filtros de entidades públicas o privadas, dónde se exponen esos productos culturales o se presentan, etc.

No sé si se valora lo suficiente, siempre pensando en la buena voluntad, que los que gestionan y promocionan y seleccionan la cultura, en el ámbito o área que sea, seleccionan no solo obras o productos sino también autores y autoras y nombres, para ahora y para mañana –permiten que carreras se desarrollen y se expandan, o se queden o se anulen, o no salgan de determinado ámbito-, con lo cual la responsabilidad moral y eficiente también es importante. A unos se les deja paso, a otros se les cierra, en ese producto cultural concreta, o a esa persona, por diversidad de razones.

Puede que en poblaciones de más de un millón de habitantes, todos los oficios de la cultura, todos los intermediarios culturales o seleccionadores culturales o gestores culturales, pueden ser varias docenas, incluso más de cien, pero en lugares-entidades geográficas de treinta mil habitantes o de alrededor de cincuenta mil, o de menos, los pasteleros y panaderos y lecheros gestores-seleccionadores pueden ser, en el sentido estricto, no pasar de diez. No hay más de diez salas de exposiciones para exponer una obra plástica, no hay más de diez salones para presentar un libro, no hay más de diez en casi ningún campo…

Pasan las lunas y las nubes y las primaveras y los inviernos, y nos encontramos con autores-as, que pueden llevar en esos oficios de la creación-invención-investigación-autoría, diez o treinta o cincuenta años. Cierto que compartiéndolos e impartiéndolos con otros oficios que les permitan vivir y sobrevivir.

Puede ser que nos encontremos con personas, que llevan demasiadas lunas atravesando esas búsquedas de verdades, bienes, bondades, bellezas, y, en la medida de lo posible, ofreciéndoselo al resto de mortales y coetáneos. Y, puede suceder, que unos tengan más aceptación y éxito y, otros menos, o, incluso nada… Incluso, otros, nunca salen del panel de salida de la carrera –duermen sus productos culturales en las bodegas de su castillo…-.

Puede suceder que existan personas, que sus productos culturales, sean mejores o sean peores, pero en la realidad social, no existen, en la práctica, ni las producciones culturales, ni ellos como personas. Diríamos que viven y existen en un exilio interior cultural o en un ostracismo interior cultural.

Puede que sus aportaciones autorales/autoriales en el campo o en el saber que sea o sean, sea muy limitado, sea muy deficiente, sea muy poco verídico o verdadero o bello o estético o bondadoso… ¡Pero la cuestión última es que los seleccionadores seleccionan, los gestores gestionan, los interpretadores interpretan, de forma directa o indirecta, consciente o inconsciente, los productos culturales y los nombres…!

Se crea una especie de muñecas rusas, o conjuntos unos dentro de otros… a semejanza que existen figuras y personalidades culturales, que tienen cierta relevancia local, provincial, regional, nacional… existen seleccionadores que, diríamos, proyectan sus criterios a nivel local, provincial, regional, nacional…

Puede que una persona y su trabajo de creación/investigación no pase de su localidad-comarca, otros llegan a su provincia, aquel otro a su región, pero muy pocos a nivel nacional –al menos, desde provincias llegar a la corte y villa de Madrid, resulta difícil…, se cumple el famoso axioma, pero evidentemente, no todos los que van a Madrid, atan las carreras culturales con longaniza, muchos se quedan en medio del camino…-.

Siempre está la pregunta: ¿qué, quién, cómo, porqué, por qué son nombrados los seleccionadores, cómo llegan a esas montañas o montes o colinas, quienes les ponen, quiénes les sitúan, qué titulaciones disponen…?, ¿tienen ellos y ellas, la voluntad de ser justos y equitativos y racionales y prudentes, con todas las obras que tienen que seleccionar, o no son totalmente justos y equitativos sino que también, en algunos casos se llevan por otras razones, empatías y antipatías…?

¿Cada uno tendrá que medir y medirse en su conciencia, cada uno, si existe Juicio Particular, tendrá que medirse-valorarse-autoevaluarse, ya sin engaños y sin mentiras en ese trance?, ¿porque si un médico o un abogado o un ejecutivo debe tener un criterio justo de su oficio y de sus medidas, porque de eso, depende tomar muchos aciertos o muchos errores, también, se debería buscar normas y medidas, para que los juicios sean justos en los seleccionadores de cultura…?

¿Para cuando un ético deontológico en los oficios de los gestores, seleccionadores culturales, igual que existen códigos deontológicos en casi todas las profesiones, empezando por la medicina, ya con más de veinte siglos…, para cuándo…?

Comentarios