Opinión

Guadalajara: lo ilimitado en lo limitado y, III

Senda de la Hoz de Pelegrina | Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha
photo_camera Senda de la Hoz de Pelegrina | Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha

Los de la mancha de la Mancha que tienen que quererse más a si mismos, que tienen que amarse más a si mismos, que tienen que valorarse más a sí mismos. Los de la Mancha que tienen que despertar de su sueño de siglos…

Los pájaros perciben las vértebras de la tierra, sus barrancos y sus aguas y sus ríos, pero nunca las andan y las caminan, no saben lo que es estar rodeado, no de aire, sino de piedras, como la Hoz de Pelegrina. Ellos viajan en y por el aire, hacen sus nidos en un árbol o en un alto risco, descienden a cazar o comer trozos de semillas.

Pero no andan por esos barrancos, tronchados de tierra, como si con una espada curva hubiesen roto los pliegues del vestido de la misma tierra, enseñando sus intimidades, eso son la hoces. Siempre me pregunto porqué tendrán esos nombres, siempre llego a la conclusión, quizás no sea científica, porque las aguas, forman recovecos y curvas, en forma de una hoz, herramienta del campo, herramienta de la supervivencia humana.

Decían los maestros viejos griegos que todo está formado de tierra, aire, fuego, agua, después añadieron el éter, hasta que Einstein y otros, demostraron que no tiene existencia, que era una invención humana. También inventaron o descubrieron los antiguos, entre otros los egipcios, el concepto e idea del alma inmortal. En ello estamos. Con tierra y aire y fuego y agua se conforma todo el entendimiento de lo natural, hasta que vino Mendeleiev con su tabla.

Recorriendo estas tierras, nos damos cuenta, que aquella concepción griega antigua, que vendría posiblemente, de otros imperios antiguos, quién sabe de cuándo y cuánto, que debió recorrer las espinas arbóreas de Eurasia. No olvide, que usted andando podría ir a la lejana Siberia o lejana China o lejana India, o dar un salto y llegar a Japón, solo tiene que ponerse a andar. Desde aquí de la Mancha, desde aquí de Guadalajara… Todos esos aires y fuegos y aguas y tierras te los encuentras en esta Hoz de Pelegrina y sus miradores y en todas las hoces del mundo.

Aquellos dos viajeros, en aquella mañana, después de recorrer, un buen trozo casi deshabitado de bosques y altas sierras, arribaron a Sigüenza. Estuvieron poco tiempo, estuvieron sus cuerpos poca sombra en sus aceras y piedras y aires. Pero estuvieron. Atravesaron los muros de la Catedral. Vieron desde lejos el Castillo. En las puertas del templo sagrado, como en casi todos de esta Hispania tan larga en el tiempo, siempre personas esperando tu ayuda. Todavía recuerdo, aquella muchacha de mediana edad, casi sin dientes.

Las toxicomanías están destrozando el paisaje interior de los humanos. Pocos desean indicarlo con los altavoces del momento y de la literatura, pero yo aquí rompo una lanza para que esta realidad catastrófica de las toxicomanías desaparezcan como una de las epidemias del siglo veinte que se ha instalado en los corazones de la historia-.

Recorriendo sus espacios de estos paisajes y paisanajes, copiando al maestro Unamuno, uno es consciente que no ha sabido, no hemos sabido vender nuestros terruños. Ser capaces de hacerlos deseables, aunque sean visitables por unos días. No hemos sido capaces de amar a nuestra propia tierra.

Este es nuestro pecado original de siglos. Nacemos aquí, vivimos aquí, o emigramos de aquí. Padecemos la historia aquí, o nos vamos de aquí, siempre recordándola. Pero no entendemos y comprendemos muy bien lo que somos y en lo que somos. No nos queremos en las tierras que nos han hecho nacer. Ese es nuestro pecado original. Debemos reconocerlo.

Tenemos que cambiar la mentalidad. Vas viajando por otros lugares, y, han sabido vender sus productos y sus historias y sus paisajes y sus gastronomías. Y, nosotros los de la Mancha, quizás, porque Madrid es el gran imán, que se lleva toda la historia, olvidamos… olvidamos… Este viaje que estamos utilizando a tres grandes figuras, tres grandes interpretaciones del mundo: el Arcipreste de Hita, Cela, Buero Vallejo, para intentar querernos a nosotros mismos…

El Doncel de Sigüenza, estatua-escultura, que recuerda arte y el arte, y, también historia y batallas, siempre somos una mezcla de tortilla de paz y no-paz. Todos los hombres. En cada lugar se cuenta las historias diversas. Pero hasta ahora hemos sido esa mezcla.

A semejanza que hemos roto algunas epidemias que durante siglos han mermado nuestros ojos. Hemos sido capaces de abolir algunas enfermedades. Hoy, nos tendríamos que plantear, que las epidemias de las guerras, son eso, epidemias, y tendríamos que buscar modos y métodos y teorías y conceptos para hacer desaparecer, la guerra y las guerras del corazón de los hombres, del corazón de la historia.

Quizás, nunca podamos abolir la justa defensa, quizás, siempre tengamos que defendernos de potenciales peligros. Pero quizás ha llegado el tiempo de plantearnos que podríamos tener y buscar y desear una Paz Perpetua, concepto del maestro Kant, tomado a su vez, del viejo judaísmo y cristianismo que recorre las montañas de Europa.

Aquel viaje, en parte real y en parte imaginario e inventado, por la columna del Arcipreste, Cela, Buero terminaron con unas migas serranas. Sentados en algún lugar de estos paisajes, los viajeros reales e hipotéticos degustaron este manjar sencillo y simple, formado de la naturaleza de la tierra y de la historia y del arte y de la literatura… pan, agua, ajos, pimentón, sal y aire y fuego. Y, dos o uno o tres o cinco corazones-cuerpos-almas que (se) miran, y saben que tienen que volver a su lugar de habitabilidad del momento, para al día siguiente sentir que deben continuar con sus proyectos y su existir.

“Unos ojos que se abren al alma/ un alma que se abre a los ojos/ unos ojos y alma en un paisaje/ eso es lo que somos”.

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