Opinión

La realidad plural

Siempre que me han tratado de inculcar la “unidad” en alguna idea, ya sea nacional, religiosa, pedagógica o simplemente vecinal; era el esfuerzo de una minoría tratando de imponer su particular visión de las cosas.

Los que somos fruto del antiguo bachillerato en el que se incluía como asignatura la F.E.N. (formación del espíritu nacional para los de la ESO), tuvimos la suerte de tener claro, al menos, lo que no teníamos que creer.

Imaginaros a un niño de 11 - 12 años enfrentado a la definición de España como “una unidad de destino en lo universal”. Lógicamente no lo entendía y cuando cumplía los 15 y se enteraba de que la lógica era parte de otra asignatura, ahora desaparecida, comprendía que era una estupidez tratando de imponerse por simple reiteración.

Digo todo esto porque me siento bombardeado por slogans parecidos con apariencia de tautología que se repiten en las redes sociales hasta la saciedad. No hay manera de encontrar una reflexión, algo que realmente nos ayude a entender las situaciones que nos cuesta comprender. Todo es simple publicidad de la idea que se intenta imponer presentada como producto a la venta. Hay miles de ejemplos.

Ahora hablamos de este país (decir España no está de moda) como una “realidad plural”. Término que se vende bien y con el que nadie puede discrepar. O como escuché a Jordi Pujol en una entrevista en los noventa: “España es una cosa entrañable”. Esta me gustó de manera especial porque es un magnífico ejemplo de denostación con apariencia de halago de la que también es difícil discrepar.

Recientemente Pedro Sánchez nos explicaba el reciente auge del independentismo identificando a Mariano Rajoy con el Red Bull. La verdad es que la idea nos incita a darle al me gusta, pero no es más que otra etiqueta a la que le falta acabar diciendo pásalo.

No existe nadie dentro o fuera de nuestra clase política capaz de transmitirnos un proyecto, una idea, un planteamiento de futuro que nos ilusione mínimamente? Creo que no. Creo que tenemos la desgracia de haber logrado la libertad de expresión cuando ya no sabemos expresarnos o tener la posibilidad de ser gobernados por una izquierda progresista cuando confundimos izquierda con subvención y progreso con capacidad de consumo.

¿Cómo se puede hablar de clase obrera a estas alturas, cuando sus representantes sindicales viven de la subvención y manejan tarjetas opacas de bancos poco transparentes? ¿Cómo se puede llamar izquierda a asesores internacionales de otros gobiernos también opacos? ¿Son esos los políticos con los que nos tenemos que ilusionar?

Los resultados del 20 de Diciembre pasado, en los que 14 partidos políticos han obtenido representación parlamentaria, han abierto un abanico de interpretaciones de nuestro voto que me están dejando perplejo y un poco asustado. Creo que a la mayoría de ustedes también.

No se preocupen. Pronto aparecerá algún slogan nuevo que una nuestros destinos en lo general (no me atrevo a decir universal). Aunque lo de la realidad plural, con 14 partidos tirando cada uno para un lado empieza a coger cuerpo.

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