Caen dos meteoritos en Marte que alteran su forma

Se localizan dos cráteres en Marte que pertenecen a dos meteoritos de 2021
photo_camera Se localizan dos cráteres en Marte que pertenecen a dos meteoritos de 2021

El 24 de diciembre de 2021, un gigantesco meteorito impactó contra el planeta rojo. El sismómetro de la misión InSight de la NASA, ubicado a 3.500 kilómetros de allí, captó un tipo de ondas superficiales inusuales. La confirmación llegó días más tarde cuando la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) mandaba imágenes desde su órbita que mostraban el impresionante cráter de 150 metros de diámetro que había provocado el impacto.

El 18 de septiembre de 2021 el InSight también detectó un tipo de ondas sísmicas extrañas y ahora sabemos que la fuente fue otro meteorito de un tamaño algo menor, tal y como ha confirmado también la observación orbital, pero que en aquella ocasión impactó a 7.500 kilómetros del sismómetro. En los dos casos, las ondas se propagaron a lo largo de toda la superficie del planeta y su estudio revela datos sin precedentes sobre su interior, mostrando la estructura de su corteza a profundidades de entre cinco y 30 kilómetros por debajo de la superficie.

“Es la primera vez que se observan ondas superficiales sísmicas en un planeta que no sea la Tierra”, afirma Doyeon Kim, geofísico de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. “Hasta ahora nuestro conocimiento de la corteza marciana se ha basado en la medición de un solo punto bajo el módulo de aterrizaje” de esta misión, según explica, así que estos nuevos datos resultan reveladores e incluso sorprendentes, porque “tiene una estructura muy uniforme y una alta densidad”, más de lo que indicaban las mediciones del lugar donde se ubica el InSight.

Los científicos destacan que se haya podido “ver un impacto de este tamaño y de estas características, emparejando imágenes de la superficie con los datos del sismómetro”. Según explican, la atmósfera de la Tierra destruye los meteoritos antes de que lleguen a la superficie (y nunca ha llegado hasta nosotros uno del suficiente tamaño para provocar un cráter similar, que sería catastrófico), y ni siquiera en la Luna se ha observado algo parecido.

Por eso, registrar dos en el planeta vecino en un corto espacio de tiempo ha sido una gran suerte, no solo por el hecho en sí mismo, sino por la información que ofrecen. “Las vibraciones permiten entender mejor el interior del planeta y cuáles son los materiales que componen la corteza”, destaca el experto. Gracias a sus características y al tiempo que tardan en llegar al sismómetro, los investigadores pueden sacar numerosas conclusiones.

Por una parte, están las ondas superficiales y, por otra, otras ondas internas que los investigadores dividen en primarias y secundarias. Las primarias identifican movimientos de compresión, “como si fuera un acordeón”, que va transmitiéndose a lo largo del planeta, llegando al núcleo. Las secundarias vienen después y no se transmiten en los fluidos, así que solo llegan hasta la capa magmática. En conjunto, “dando la vuelta a todo el planeta, permiten saber cuál es el espesor de la corteza, la estructura interna y sus características”. Aunque se han detectado un millar de movimientos sísmicos en Marte, ninguno había aportado tantos datos como estos impactos externos.

Por otra parte, y al margen de las ondas sísmicas, los científicos también han podido comprobar que uno de los impactos desprendió trozos de hielo. Aunque la presencia de agua en forma sólida no es ninguna novedad, nunca se había detectado su presencia tan cerca del ecuador de Marte: los 35°N es la latitud más baja en la que se ha observado directamente. “Poder ver ese impacto reciente es un hito importante, porque se puede identificar mejor cuál puede ser el alcance del hielo cerca de la superficie”, asegura el investigador del Centro de Astrobiología.

En cualquier caso, las novedades que más llaman la atención de los expertos en geología planetaria tienen que ver con uno de los mayores enigmas marcianos: la diferencia entre gran parte del hemisferio norte y el hemisferio sur. “Tanto la superficie como la propia corteza parecen tener características muy distintas”, explica Molina, “se sabe que esa diferenciación se ha producido en etapas geológicas tempranas, pero desde entonces se han producido tantas alteraciones que es difícil saber cuál es el origen. Seguramente no sea un único proceso”.

Además, todos estos datos también son útiles para entender cómo es nuestro propio hogar, la Tierra. “En realidad, la información que tenemos del interior de los planetas siempre son medidas indirectas, porque no se puede llegar a tomar muestras más que a una profundidad de unos pocos kilómetros. Por eso, cuando intentamos entender cómo funcionan los planetas en general y el nuestro en particular, solamente tenemos datos indirectos”, señala un experto. Obtener por primera vez información como la recopilada ahora en Science (imposible de lograr en la Tierra sin un impacto similar nada deseable) sirve para estudiar modelos de formación y de evolución planetaria.

En este caso, Marte es un planeta más pequeño que el nuestro y, por lo tanto, es posible que se apagara más rápido. Si en algún momento fue similar a la Tierra, ha envejecido pronto y presenta una superficie estéril, aunque en el pasado también pudo tener agua en su superficie. Sin embargo, esto hace que tenga una característica muy valiosa: “Hay huellas fósiles que permanecen visibles y que en nuestro planeta han sido modificadas por la biosfera y la atmósfera”, indica el investigador. Por eso, estos estudios ayudan a “comprender el pasado y el futuro de nuestro planeta y de todos”.

 

Fuente: El Confidencial

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