Los alimentos ultraprocesados son “formulaciones elaboradas a partir de sustancias derivadas de alimentos y aditivos, en los que no se pueden identificar otros alimentos en su forma original y que son ricos en grasas, sal y azúcar, además de tener poca fibra dietética, proteínas, vitaminas y minerales”, explica Javier Sánchez Perona, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de la Grasa, en su libro 'Los alimentos ultraprocesados'.
Estos alimentos están diseñados para atraer y para ser consumidos con mucha frecuencia por su sabor, su olor, su fácil acceso y facilidad de consumo (abrir y comer) y por su precio.
Y es que la mayoría de ellos son más baratos que productos saludables como la fruta o la verdura fresca. Esto hace que su consumo no deje de aumentar.
En España, según un estudio sobre la evolución del consumo de procesados de 1990 a 2010 concluye que el porcentaje de alimentos ultraprocesados en todas las compras de alimentos casi se triplicó, pasando del 11% al 31,7%.
Todo el mundo sabe, en mayor o menor medida, que consumir estos productos aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad pero ¿qué más problemas de salud conlleva comer ultraprocesados?
Según una revisión de 45 metaanálisis previos, que incluyen casi 10 millones de personas en total publicada en The BMJ, comer ultraprocesados afecta a 32 parámetros de salud. Se trata de la evidencia más sólida que relaciona esta exposición con problemas de salud cardiometabólica, trastornos mentales y con mortalidad en general.
En declaraciones a SMC España, Sánchez Perona señala que “el consumo de alimentos ultraprocesados supone una enorme preocupación para los consumidores y eso se refleja en el interés que ha despertado entre la comunidad científica. En los últimos años, se han publicado decenas de estudios que relacionan el consumo de este tipo de productos con diversas patologías crónicas, incluyendo las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas”.
Este estudio tiene como novedad que plantea una revisión ‘paraguas’ de dichos metaanálisis, para poder extraer conclusiones para todas las patologías en conjunto, de forma que se puedan establecer guías y directrices con recomendaciones dietéticas sobre el consumo de alimentos ultraprocesados.
En particular, se han observado grados de riesgo relativo para diversas patologías que rondan el 30 % y pueden llegar al 55 % en el caso de la obesidad.
En opinión del experto, el estudio es importante porque “informa de un mayor riesgo para la salud asociado con la exposición a alimentos ultraprocesados para prácticamente todas las patologías”, aunque es cierto que la evidencia más sólida disponible se ha encontrado “para las asociaciones entre un mayor consumo de alimentos ultraprocesados y la mortalidad por todas las causas, la mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares, los trastornos mentales, el sobrepeso y la obesidad y la diabetes tipo 2”.
Pero hay más. Carmen Romero Ferreiro, profesora del Grado de Nutrición Humana y Dietética y responsable de Investigación del Grado de Nutrición en la Universidad Francisco de Vitoria, expone que este estudio también habla del efecto, menos conocido por la población, del consumo de estos alimentos en otras enfermedades “las cardíacas, el cáncer, la ansiedad y otros trastornos mentales, e incluso la mortalidad por diversas causas”.
La experta también recuerda otros estudios señalan que "las personas con un mayor consumo de alimentos ultraprocesados tienen un deterioro cognitivo más rápido con el tiempo. En concreto, reportan una tasa de disminución un 28% más rápida en comparación con aquellos que consumieron menos alimentos ultraprocesados".
Según el estudio, el consumo elevado de ultraprocesados está relacionado con:
- Enfermedades cardiovasculares
- Diabetes tipo 2
- Depresión
- Ansiedad
- Otros trastornos mentales frecuentes
- Deterioro cognitivo
- Obesidad
- Enfermedades cardiacas
- Asma
- Sibilancias
- Trastornos del sueño
- Distintos tipos de cáncer como el colorrectal
Por tanto, esta revisión destaca la importancia de reducir el consumo de alimentos ultraprocesados para mejorar la salud general y justifica la necesidad de desarrollar medidas de salud pública para abordar este problema.
Para Esther López-García, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora senior de IMDEA-Alimentación, “con las evidencias que ya existen, es posible hacer recomendaciones a la población para que limiten su consumo (en este sentido las Guías Alimentarias para la población española de 2023 ya contemplan esta advertencia) y legislar para desincentivar a la población a consumir estos alimentos (impuestos, etiquetas de advertencia o control de la publicidad de estos alimentos)”.