Vivimos en una etapa donde todo sube de precio. Empezó siendo la gasolina, luego le siguieron las facturas de luz y gas, más tarde la comida incluso en esos supermercados que eran considerados de low-cost, la logística y, finalmente, algo a lo que no queríamos llegar a ver: el mundo de los videojuegos.
El dueño de Xbox, Phil Spencer, admitía para The Wall Street Journal que se verán obligados a subir los precios de sus productos y suscripciones porque "hasta ahora hemos podido mantener los precios [...] pero dudo que podamos hacerlo eternamente". Si bien no es una noticia confirmada, ni tampoco se sabe en qué subirá exactamente los precios o la cantidad concreta de esa subida, los usuarios de sus productos ya han abierto un debate.
Esta decisión no viene aislada, si no posiblemente fomentada por la que ya tomó su competidora directa Sony, tras subir el precio de su PlayStation 5 en 50€ del precio original. También podríamos incluir en este apartado a la plataforma de streaming Netflix, que lleva varios meses dando pequeñas malas noticias económicas a sus usuarios, como la introducción de anuncios con un nuevo plan de suscripciones, la subida de precios de las ya existentes o, como última noticia, la desaparición en 2023 de las cuentas compartidas entre amigos no residentes.
