Opinión

LHARDY: Restaurante de los escritores

Fachada del restaurante Lhardy en la Carrera de San Jerónimo de Madrid
photo_camera Fachada del restaurante Lhardy en la Carrera de San Jerónimo de Madrid

Fundado en 1839, como pastelería, fue evolucionando hacia restaurante, se indica que no ha habido personaje importante de España y, parte del extranjero que no haya pasado por sus salones. 

Se suele indicar que la historia de Madrid, y, de alguna manera de España ha pasado por este restaurante, en casi estos dos últimos siglos, desde Isabel II, hasta los últimos representantes de todas las ramas de la actividad humana, al menos alguna vez, desde políticos, toreros, escritores, artistas, empresarios… 

Personajes 

Galdós, Bretón de los Herreros, Coloma, Umbral y decenas de escritores, hacen relación y mención de este establecimiento, en sus obras, o en sus entrevistas o en sus artículos. Algunos indican, nadie se ofenda, porque siempre al escribir, redactar textos es una forma de sintetizar, de reducir, de simplificar. La vida es enormemente más compleja y más rica. Pero se expresa que el Restaurante Lhardy y el Café Gijón, han sido las dos patrias culturales de los escritores, pensadores, artistas, de la clase culta de nuestra sociedad, o de la que ha querido ser… 

No negamos, nadie se ofenda, que siempre han existido esa costumbre en España de salir a la calle, y en grupo reunirse, parece ser que la tradición anglosajona es de reunirse más en casas, salvo los pubs ingleses, y, la latina, especialmente la ibérica, quizás por la herencia medieval, más en los cafés, en los sitios públicos… -no negamos estas costumbres en toda Europa, los famosos cafés parisinos y vieneses del siglo diecinueve y veinte…-. 

Premios 

Se reúnen en el vientre de estos salones, mensual o bimensualmente para otorgar el Premio ABC Cultural… a autores iberoamericanos y españoles que han destacado en el periodismo cultural. 

Es el sueño individual y colectivo, hasta dónde yo sé, por eso de la mitología o el fetichismo o la imitación o el aprendizaje vicario, de todo escritor o intelectual, grande o pequeño de esta Península Ibérica, pasar alguna vez, por sus salones y degustar el famoso cocido de Lhardy. Quizás, el oficio de intelectual en todas sus formas, es una profesión y oficio y vocación muy solitaria y muy en soledad. Y, quizás, estos símbolos o mitos apaciguan un poco la inseguridad. 

De todas formas, cada aficionado o entendido a una actividad humana, tienen como referencias algunos lugares o edificios o monumentos, en el futbol o en las romerías religiosas o en los grandes museos de arte del mundo. Diríamos que los seres humanos en su enorme multiplicidad de intereses y finalidades y funciones y vocaciones y profesiones y deseos toman determinados edificios o entes como casi mitología, como símbolos, sean seculares o profanos, sean religiosos o semireligiosos… 

Salones de restaurantes 

La famosa Constitución de 1978, indican, que se terminó o perfiló o redactó en gran parte en algún salón privado de la capital, de Madrid. Por lo cual, cierto es, que existen docenas de restaurantes en toda esta geografía, la geografía del poder y de los poderes, que se han ido especializando, con todas las medidas posibles de confidencialidad y de alta privacidad, dónde se reúnen de vez en cuando, en comidas de trabajo, personas que forman y conforman todos los sectores del poder. 

Supongo, porque este es un mundo, que para los profanos, que para el pueblo, y, yo soy parte del pueblo, supongo que se habrán especializados esos salones, algunos serán o se reunirán por ramos de la economía, otros de la política, y, quizás, incluso por colores ideológicos… La necesidad no solo de reunirse en privado para los negocios, sino también para verse y ser vistos por los pasillos… 

Escritores 

Dicen que todo escritor, sea conocido o desconocido, tenga el Premio Nobel o solo alguno de su pueblo o su comarca, tiene en sus sueños despiertos o dormidos, visitar este local, y degustar el famoso cocido de Lhardy, y que le permitan firmar en el real o conocido o imaginario libro de visitas famosas. 

Quizás, sea ese deseo ancestral, que los humanos sienten, de encadenar su presente, al pasado, diríamos, apenas sabemos y conocemos algo más allá de nuestros tatarabuelos, salvo su nombres, salvo los estratos altos de la sociedad –nobleza de sangre o financiera o empresarial que si conocen, o eso dicen-, pero el pueblo, ha ido olvidando nombres, realidades de sus ancestros. 

Y, quizás, los escritores, pensadores, artistas que se sienten tan vulnerables, pues necesitan ciertos lugares, para respirar y mirarse y remirarse, y poder continuar en su oficio. Quizás, no haya estado tal o cual personas o personaje, quizás si lo haya estado. Pero de alguna manera, es eso cordón umbilical de la cultura, de personas de hoy, con las del pasado. De escritores de hoy, que la mayoría, como en cada generación serán y seremos olvidados, con los del pasado, que algunos son recordados, muchos olvidados… ¡Paz y bien…! 

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