Opinión

2.000 mil columnas periodísticas publicadas

Estimo que cuando un columnista o articulista de opinión lleva dos mil columnas publicadas, merece hacer y hacerse una autoevaluación, de cara a si mismo, al hipotético lector, a los equipos editoriales y redactores periodísticos. 

Pienso que una columna dentro del género periodístico, y dentro del subgénero de opinión (no entramos en la editorial, crónica, crítica, reportaje, entrevista, etc.) es un intento de aunar, con temas de actualidad o temas de la realidad, que pueden ser del presente o del pasado, pero que tienen incidencia en la actualidad, reunir-unificar-sintetizar-interrelacionar o puentear, diversidad de saberes, esencialmente, en mi caso, la realidad a la luz de la misma realidad, de la cultura en general, de la filosofía, de la literatura, del arte plástico, de algo de las ciencias sociales y algo de las ciencias en general, y también, algo desde la metafísica-espiritualidad-religiosidad. Cómo convendrán conmigo, aunar en un tema, pequeño o grande, diversidad de puntos de vista es difícil. Teniendo en cuenta, que la limitación del saber humano es grande, y, la del escribiente, yo, también y,, me temo, que también de una parte importante de lectores… 

Aunar, lo que tradicionalmente, se denominaban “trascendentales”, es decir, verdad-bondad-belleza, yo añadiría, racionalidad-prudencia-utilidad, es decir, plantear cuestiones y soluciones, intentando no herir y no hacer sangrar a nadie, ni individuo, ni colectivo. Es decir, el lector o lectora, cuando lea una tesis de mi pluma, sienta, que aunque no esté de acuerdo conmigo, para mi merece el máximo respeto.

Entre otras cosas, he visto y percibido en mí, que cada diez o quince o veinte años, he ido modificando puntos esenciales del percibir-pensar el mundo, quizás, un núcleo esencial, no haya cambiando, pero si diríamos verdades-conceptos esenciales, como diría Savater, citando, no me acuerdo a qué escritor francés, me parece que Bretón o Gide, que Dios nos había dado una cabeza redonda-ovoide, para darle vueltas a las ideas, y si, en ese revolver de ideas, centrifugadora de realidades-conceptos-hechos-datos, pues, debes, un pensador es su oficio, ir cambiando, con argumentos y razones, serías y profundas. 

El periodismo en cierto modo, el tradicional, de estos tres últimos siglos, especialmente, desde las grandes revoluciones europeas, la religiosa de Lutero, de hace cinco siglos, la revolución parlamentaria inglesa, la independencia americana, y la revolución francesa. Estas cuatro grandes revoluciones culturales-religiosas-políticas, uniéndose con las revoluciones tecnocientíficas, que empezaron con Galileo-Newton, por poner unos nombres.

Sin olvidar la revolución filosófica de Descartes-Locke-Kant-Hegel. Ha ido creando un mundo nuevo, quizás cada siglo. El periodismo, está ahora en un momento de cambio. Por lo cual, no solo es una evolución del papel al BIT informático y, todas sus estructuras o receptores, sino de contenido y de esencialidad. Es decir, cada persona, recibe tal cantidad de datos cada día, de imágenes, que no tiene tiempo suficiente para pensar y reflexionar. 

Esto ha llevado, cada vez se nota más, a un “periodismo de noticias rápidas”. Pero, estimo y creo, que habrá una parte de lectores, que eso sea lo que necesitan, noticias veraces pero sintetizadas, pero existe otro grupo, que necesitan, además de ello, argumentos y razones y contraargumentos, y motivos o causas y fines y horizontes posibles. 

Para eso, cuatro mil caracteres de un artículo, ochocientos o mil palabras no son suficientes. Pero, ciertamente, si esta es la tendencia, intentaremos al menos, reducir, las columnas a mil palabras, es decir, seis mil caracteres, no sé si con espacios o sin espacios. 

Pero los editores, equipos de redacción, directores, deben llegar a un acuerdo con los colaboradores, que por lo general, en lo medios digitales, la mayoría, no reciben estipendios, ni plusvalías económicas, que dentro de ciertos límites, dar y dejar el máximo libertad a esos comentaristas, o escritores o pensadores o filósofos que están realizando contribuciones, modestas posiblemente, a la información o reflexión. 

Dicho de otro modo, estimo, que los equipos de redacción deben darse cuenta, que hay dos grandes tipos de lectores, y que no deben fijarse solo en uno. Unos, que necesitan noticias sintetizadas y rápidas, y quizás, artículos que traten temas de actualidad, quizás, muchos demasiado frívolos esos temas que tratan, pero que otros necesitan, artículos, de actualidad o de temas del pasado que incidan en el presente, es decir información-enseñanza-gratificación, pero que necesitan argumentos y razones y datos, aunque sea metidos en mil palabras…

Es fácil entenderlo, si un periódico, no ofrece ambas realidades de expresión y comunicación, uno de los dos tipos de lectores y lectoras dejarán de leer ese medio digital, porque acabarán, pensando, que para leer noticias, ya se informa con las redes sociales, porque ellos, necesitan más “chicha-carne”, es decir, más argumentación, que el articulista le enseñe algo, le muestre algo nuevo, que exprese un nueva información o una nueva argumentación. Y, viceversa para el otro tipo de lectores… 

Por otro lado, vendría, la retórica o la forma estética o la oratoria o la esteticidad de un artículo. Parto del hecho, que para mí, los artículos de opinión, en general, es un género literario más, y que un día, aunque yo no lo vea, a alguien, creador de artículos especialmente, le otorgaran el Nobel. Estimo que el articulista, tiene la obligación de hacer columnas, que sirvan, al ser humano de hoy y de dentro de cinco generaciones, es decir, que un día, libros de artículos tengan la misma consideración y profundidad y esencialidad, que libros de poesía, teatro, novela, ensayo, etc. Al final, como diría el director actual de la Fundación March y filósofo, un artículo es un microensayo... 

Empecé a leer artículos muy joven, compré un libro en la primera adolescencia, que eran de artículos, uno de los primeros, que yo por mi mismo compré, y eran de artículos, que ni siquiera sabía lo que era eso, creo que de Maeztu. He leído toda mi vida artículos, he escrito toda la vida, frases y fragmentos cortos, a miles, que podrían ser algo similar a artículos, y desde luego, columnas en sentido estricto. Pienso que no soy un Shakespeare o Dante o Cervantes del artículo, pero también, pienso que sé, que sé este oficio o esta variedad del escritor-literato--pensador-filósofo. 

Puede que la oratoria-estética que utilizo, no sea entendible, pero quizás, si realizo dos párrafos seguidos, que parece que se repiten este procedimiento está dentro de una estética, si puntúo de una determinada manera también, como diría Cela, el escritor sabe donde tiene que poner la coma, si queremos que el artículo sea un gran género de la literatura y del periodismo, tenemos que abrir nuevas posibilidades de expresión. Quizás, conocer más las docenas de figuras literarias o de la oratoria, que ya los clásicos nos dijeron… 

En estos meses últimos, he leído varias tesis doctorales sobre el artículo, varios trabajos de fin de grado, sobre este tema y sobre articulistas en concreto. Y, pienso, que los artículos que llevan mi firma, estarían dentro de esos parámetros. Ahora, queda a los equipos directivos de los medios y en los lectores, que sepan, que se les está intentando, reitero y repito, ofrecer jamón de Jabugo en estos artículos, y no solo garbanzos… Paz y bien… 

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