Opinión

EEUU, pies de barro, brazos armados

La deuda pública de Estados Unidos ha superado los 30 billones de dólares según el propio Departamento del Tesoro con un aumento de 7 billones en los últimos dos años. Dentro del gasto que genera tamaña deuda se encuentran los 768.000 millones de dólares para el oficial presupuesto militar del próximo año fiscal promulgado por el presidente Biden.

Debido a la pandemia, desde marzo de 2020, la administración estadounidense -primero con Trump y después con Biden- ha aprobado inmensos planes de estímulo para enfrentar el colapso de su economía, por lo que se ha disparado la deuda pública. El gobierno ha aumentado las ayudas por desempleo, pero fundamentalmente ha entregado sustanciosas ayudas a las grandes empresas.

Por ejemplo, en noviembre de 2020, más de la mitad de las ayudas públicas aprobadas - 525.000 millones de dólares- fueron sólo a un 5% de los beneficiarios según informó el Washington Post. Y según Bloomberg, los que se beneficiaron de la reforma tributaria -con más de un tercio de exenciones de impuestos a pagar- fueron los grandes empresarios.

Por otra parte, en marzo de 2020 la Fed de Nueva York -la que desarrolla la política monetaria del banco central estadounidense- compró 75.000 millones de dólares (69.500 millones de euros) al día en bonos del Tesoro, así como otros 50.000 millones en titulizaciones hipotecarias. En esa semana la Fed compró activos por valor de 625.000 millones de dólares, para ayudar a las grandes empresas a incrementar la emisión de bonos y titulizaciones, y para proporcionar liquidez a los bonos ya emitidos.

Déficit en la estratosfera

Estados Unidos es el país más endeudado del mundo. La deuda pública en 2020 fue de 24.497.338 millones de euros, creció 3.790.424 millones desde 2019 cuando fue de 20.706.914 millones de euros. Esta cifra supone que la deuda en 2020 alcanzó el 133,92% del PIB, aunque informes de la propia Reserva Federal señalan que, en realidad, la deuda externa de la superpotencia estadounidense ascendería al 600% de su PIB.

Esa inmensa montaña de déficit público tiene como objetivo fundamental la financiación del cada vez más costoso y gigantesco aparato militar para mantener su estatus de única superpotencia actualmente existente.

Estados Unidos, agresivo en su ocaso

Los 768.000 millones de dólares del presupuesto oficial militar del año 2022 esconden la verdadera cantidad porque son solo las partidas oficiales. Pero ocultados y solapados en otros apartados presupuestarios -como la inversión en I+D+i, que ocultan investigaciones militares, parte del gasto de la NASA, así como del presupuesto de los veinte y pico organismos de inteligencia, etc.- que sirven para mantener y desarrollar el poder bélico de EEUU. En realidad, la superpotencia destina en torno a un billón de dólares al año para su aparato militar.

Para hacerse una idea en comparación, solo la subida de este año equivale a la mitad de lo que gastó la segunda potencia militar mundial -China-, y supera con creces el presupuesto bélico de la tercera -Rusia- y equivale a unas 70 veces el gasto militar de España. Toda esta escandalosa lluvia de “billions and billions” están dedicadas principalmente al enfrentamiento geoestratégico con China y Rusia.

Más billones, es la guerra

Sin embargo, esta creciente montaña de déficit agrava sin cesar una contradicción irresoluble sobre la que se asienta la superpotencia estadounidense. La contradicción entre su cada vez menor peso económico relativo en el mundo y el cada vez mayor peso del aparato político-militar irrenunciable para mantener su hegemonía mundial. Con unos pies de barro -cada vez más endebles- a los que les cuesta cada vez más soportar el peso de unos brazos armados -cada vez más pesados- para conservar su rango de única superpotencia.

“Reagan demostró que los déficits no importan”. La frase es de Dick Cheney, vicepresidente con George W. Bush, pero hay que recordar cómo acabó la presidencia de Bush, con la superpotencia sumida en un declive irrefrenable, siendo derrotada en Irak y Afganistán a pesar de su abrumador despliegue militar.

Biden -hablando en las Naciones Unidas al comenzar el otoño boreal de 2021- proclamó: “Estoy aquí hoy, por primera vez en veinte años, sin que Estados Unidos esté en guerra. Hemos pasado la página”. Pero la verdad es que su mandato parece destinado a convertirse en un creciente número incalculable de conflictos bélicos sin un final previsible.

Porque Estados Unidos ha continuado en guerra, lanzando bombas en Medio Oriente y en otros lugares, y ha ocultado la información esencial a los pueblos del mundo, incluido el estadounidense. El aumento de la beligerancia de Estados Unidos -sistemática hacia China y agudizada ahora hacia Rusia- está incrementando aceleradamente los riesgos de una confrontación militar en Europa y en el mundo. Debemos apoyar activamente la paz y la neutralidad y oponernos a la guerra.

“Mil muertos haciendo/ señales de humo/ y un iroqués reclamando/ el imperio en su ocaso”

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