-Yo no sé qué le veis de malo a los piropos, a muchas mujeres les agradan.-
Si hago memoria de todas las veces que he escuchado esta frase podría reunir un número de tres cifras.
La cuestión de los piropos sigue siendo un tema difícil de entender para gran parte de la sociedad, y no solo para los hombres. Por ello, me dispongo a explicar los argumentos que, en mi opinión, se deberían tener en cuenta antes de afirmar de manera rotunda que se trata de una conducta sin mayor maldad o profundidad. Este mundo no se rige, o no debería, por la bondad o la maldad, sino por la igualdad. Cuando decimos que los piropos constituyen una actitud machista hablamos de que son contrarios a la igualdad entre hombres y mujeres.
Lo primero que debemos valorar es que el “oye guapa” suele proceder de manera mayoritaria y casi total del mismo lado de la balanza, son los hombres los que suelen dirigirse a las mujeres con comentarios que valoran su aspecto físico, ya ni hablar de si son desagradables o soeces. El hecho de que esta actitud vaya normalmente de un lado al otro de la balanza clarifica los privilegios de los que disfrutan los hombres respecto de las mujeres. Aquel que piropea, que no son todos los hombres, cree desde lo más hondo de su conciencia que puede comentar el cuerpo de una mujer sin represalias y muy seguramente sin esperar respuesta.
A mí, como mujer, ni siquiera se me pasa por la cabeza expresar en voz alta mi opinión sobre el cuerpo de una persona a dicha persona, ya sea hombre o mujer, y ni mucho menos sintiéndome orgullosa.
La raíz de los piropos es la cosificación de la mujer extendida a lo largo del tiempo. Durante toda la historia se ha asociado a la mujer la cualidad de la belleza y al hombre la de la inteligencia. Algunos filósofos definían a la mujer como la belleza teniendo en cuenta dos sentidos: primero, como inspiración, como objeto de contemplación, como musa; y, por otra parte, como cosa. Otros como Platón afirmaban que el hombre representaba la razón y el conocimiento. Ojo, una cosa puede ser bella pero no ser líder, ni inteligente.
-Mira las Meninas, ¡qué obra de arte! Las tendría expuestas en mi casa.
-¡Mírate qué guapa, qué obra de arte! Te expondría en mi casa.- Como si de un cuadro se tratara.
Una mujer, al atribuírsele la cualidad de belleza, es considerada como cosa. La cosificación queda demostrada. Quizás parezca algo duro pero es real.
Incluyamos a la mujer en este debate: ¿acaso ella ha pedido opinión sobre su aspecto físico? Podréis decir que la solución es tan sencilla como que la “piropeada” haga oídos sordos de lo escuchado y siga adelante con su vida, sin embargo, hay algo más que debemos tener en cuenta y es que debemos mirar todo con ojos de igualdad porque la igualdad es la base de todo. Un día puede ser un piropo pero al siguiente puede ser un abuso puesto que de la mujer percibida como cosa se puede disponer.
Gracias al avance del pensamiento en nuestro país cada vez resulta menos común presenciar este tipo de conductas, no obstante, no supone que no debamos combatirlas. Para eliminar el machismo y la desigualdad debemos mirar el mundo con ojos de igualdad. Mientras existan determinadas actitudes improcedentes hacia un colectivo por la única condición de pertenecer a dicho grupo hablaremos de discriminación, y en el caso de los piropos de discriminación machista.