Hace apenas dos días los medios de comunicación se hicieron eco de una pelea en el barrio de San Blas en Madrid: una persona había sido agredida por un grupo de menas, menores extranjeros no acompañados, cuando paseaba por la calle. Pero, ¿qué hay detrás de todo el “problema” de los menas?
Lo primero que hay que decir es que la raíz de toda esta cuestión es la pobreza y el racismo. Cuando hablamos de menas hablamos de chicos y chicas menores de edad que han llegado a nuestro país sin más compañía y ayuda que ellos mismos. ¿Con qué fines? Pues podríamos decir que el mayor de ellos sería sobrevivir, que no vivir. Otros de los motivos podrían ser la falta de oportunidades o expectativas en sus países de origen, cuando no el maltrato y las situaciones de guerra. En resumen, vienen a España en busca de un futuro.
La procedencia de estos niños y niñas está asociada a países del Magreb, en particular, de Marruecos y Argelia. Otros de ellos son originarios de África Subsahariana, Europa del Este y Oriente Medio. En España hay aproximadamente unos 12.000 jóvenes extranjeros no acompañados. ¿Y qué pasa con estos chavales cuando llegan a nuestro país? Estos menores son internados en centros o pasan a residir a pisos tutelados. La administración debe hacerse cargo de ellos aportándoles recursos ya sean comida o dinero y ofreciéndoles formación.
Se ha extendido la creencia de que gran parte de estos chavales cae en las redes de la delincuencia, pero la realidad que muestran los datos es totalmente diversa. Sin embargo, cuando son ellos los que cometen algún tipo de delito se le da una mayor visibilidad en los medios. Si un español delinque saldrá en las cadenas de televisión si aquello que ha realizado se considera de gran gravedad, mas si los inmigrantes, no hace falta centrarse solo en los jóvenes, delinquen, se abrirán los matinales y se llenarán portadas con los sucedido y, sobre todo, se especificará su origen.
“Un hombre mata a su mujer en Murcia”. Este podría ser un titular normal y corriente sin entrar a analizar el contenido. No obstante, si estos mismos hechos los cometiera una persona de origen magrebí encontraríamos lo siguiente: “Un hombre magrebí mata a su mujer en Murcia.” ¿Veis a lo que me refiero?
Ahora bien, ¿es cierto que la mayoría de ellos son delincuentes o aumentan la peligrosidad de la zona en la que residen? Para ello voy a utilizar los datos que proporciona la Fiscalía.
Respecto a los datos de la Fiscalía, me centraré en Cataluña, una de las comunidades que más disturbios ha sufrido a causa de los menas. La estadística de 2018 señalaba que el 82% de los menores no aparecía en ningún fichero policial mientras que un 6% estaba siendo investigado por delitos menos graves como pueden ser robos de menos de 400 euros. El 12% había cometido delitos graves siendo el más común el robo con violencia. Hay que tener en cuenta que en esta estadística se incluyen a los menores que ese año cumplieron 18 años y quedaron excluidos de ayuda y protección al no ser considerados menas.
En 2018 fueron condenados 13.644 jóvenes en toda España, 11.162 eran españoles y entre el resto 1.313 eran de origen africano, es decir, el 81,7% eran españoles y el 9,6% de origen africano, incluyendo menas y menores sí acompañados. Por lo tanto, hablamos de que menos del 10% de los delincuentes juveniles son menores de origen africano, contando a los menas y al resto de jóvenes africanos. ¿De verdad vamos a seguir asociando la delincuencia a los menas?
Nadie niega que puedan protagonizar altercados en sus barrios que igualmente los pueden protagonizar mis vecinos españoles. Lo que tenemos sobre la mesa es una cuestión de racismo y dejadez de los tutores de los menores. Y es que hay que destacar que cuando hablamos de menas hablamos de chicos adolescentes sin apenas orientación y protección agrupados en pisos de menor capacidad en comparación con el número de integrantes reales. Probemos a juntar a 10 adolescentes españoles en un piso de cuatro personas sin vigilancia ni protección ninguna y comparemos si esto es una cuestión de los menas o de los chavales, ya sean españoles o inmigrantes.