Opinión

No necesito tu ayuda

Yo puedo sola, no necesito tu “ayuda”.

Hace poco tuve que llamar al señor del aire acondicionado, señor en este caso porque es un hombre, y tuve una experiencia decepcionante que se quedó grabada en mi mente. Cuando “el del aire” llamó al timbre de casa, mientras que yo me dirigía a abrir la puerta, mi compañero de piso decidió abrir él, habiendo llamado yo al servicio de asistencia. Fue él quien le explicó todo el problema al técnico, dejándome siempre detrás y sin oportunidad de intervenir en la conversación. Y no, no es una conducta sin importancia.

Parece una crítica estúpida o irrelevante, más a veces, a algunos hombres les da la sensación de que las mujeres seremos siempre niñas y necesitamos un padre que nos guíe o nos ayude constantemente. Pues bien, este tipo de conducta que podemos definir como paternalismo es algo muy extendido en nuestra sociedad y no es más que otra manifestación del patriarcado.

Hago una pequeña puntualización: tenemos que dejar de asustarnos cuando oímos la palabra “patriarcado” ya que, básicamente, especifica un sistema controlado y regido por los hombres. No pongamos el grito en el cielo porque es la realidad. Vuelvo a la cuestión: el paternalismo.

Para ser más precisa introduciré la definición que la RAE da al paternalismo: Tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo; políticas, laborales, etc. 

Por ejemplo, cuando se llama a una persona encargada de realizar trabajos manuales como puede ser un fontanero o una electricista, la persona que tiende a “dar la cara” o mostrarse como el cabeza de familia (heterosexual o con descendientes de una edad media) es el hombre.  A veces pienso que esta tendencia debe ir en la sangre de los hombres porque se repite como un patrón sin fallas. Sin embargo, es algo sistemático pero social, no genético. Es como si existiera en ellos, sin generalizar, la necesidad de mostrarse como el macho alfa que controla todo aquello que alcanza sus manos, con una excepción.

Siendo esta necesidad de control algo sistémico es curioso ver cómo no incide en la participación de los cuidados del hogar y de los descendientes o familiares a cargo. Sería interesante realizar un estudio sobre esa predisposición a mostrarse como cabeza de familia y jefe de equipo que asume el control de todo excepto de los cuidados del hogar que suelen recaer en su mayoría sobre las mujeres. Es algo obvio que se le ha asociado a la mujer desde tiempos inmemoriales el cuidado de la prole, pero estamos en el siglo XXI, es hora de que la cosas empiecen a cambiar.

Dicho esto, me gustaría hablar de la perspectiva que tiene la mujer sobre este tipo de conductas, siendo consciente de que se la trata como a un pequeño que todavía atiende al colegio. 

Pongamos un ejemplo: una mujer sufre un pinchazo en la propia puerta de casa, su marido que la observa por la ventana baja a la calle con la intención de servirle de ayuda y ella decide llamar a la grúa. Cuando la grúa llega podemos apreciar que el primero que responde a las preguntas del mecánico es el marido, y además es quién empieza a divagar sobre la causa del pinchazo con el otro. Mientras tanto, la mujer permanece en segundo plano como un florero, un mero observador de la historia siendo ella protagonista. 

No es ayuda necesaria si no es pedida, es algo que todos debemos tener siempre en la cabeza. Es más, puede llegar a suponer un fastidio como ocurre en el caso del paternalismo.

Es una humillación en toda regla para las mujeres, se nos trata como seres secundarios que no poseemos las cualidades o la autoridad suficiente para ser dueñas de nuestra vida y todo aquello que sucede en ella. Es como el padre que acude a la reunión del colegio con la profesora para saber cómo se comporta su hijo y hablar entre adultos, es lo mismo. La charla entre mi compañero de piso y el señor del aire era una charla de adultos en la que yo, como mujer y por lo tanto niña, no tenía cabida, son cosas de mayores, de hombres.

Yo puedo hablar con el mecánico, yo puedo llamar a la fontanera, yo puedo pedir la cuenta. Nosotras podemos solas. Si necesitamos ayuda la pediremos. 

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