Juana “la Loca”, una enfermedad mental fue utilizada por sus familiares para apartarla del trono siendo la más cuerda de todos.
Hace unos días presenciamos una escena en televisión que años atrás, incluso décadas, hubiera resultado inconcebible. En el desarrollo de un programa de TVE en el que se entrevistó a Espinosa de los Monteros, el vicesecretario de relaciones internacionales de Vox, sugirió durante su réplica a un periodista integrante de la mesa que acudiera a terapia al psiquiatra.
En este caso, podríamos decir que el comportamiento del político de Vox atenta contra la labor periodística y contra los pacientes que sufren enfermedades mentales. No entraré en mayores disputas partidistas pero considero que desde hace ya un tiempo los límites de la expresión política están más que difusos, y aunque esta cuestión es interesante he decidido centrarme en la parte de las enfermedades mentales.
Para muchos padres resulta difícil explicar a sus hijos con normalidad lo que es una enfermedad mental intentando generar en ellos una conciencia inclusiva. Aún son numerosos los que se refieren a los enfermos de esta clase con pena, influyendo en sus pequeños y alimentando una futura superioridad moral.
Miradas con condescendencia, descalificativos como “subnormal”, menor inclusión que otro tipo de padecimientos… Siempre he creído que las enfermedades mentales estaban infravaloradas, en el sentido en el que son concebidas por la sociedad como patologías de menor relevancia respecto a una enfermedad física, sin embargo, constituyen dos mundos diferentes a la vez conectados por la diversidad funcional que causan.
Además de infravalorar este tipo de dolencias, existe en la ciudadanía una conciencia sin domesticar sobre esta clase de disfunciones: el prejuicio de los locos. Si una persona recibe asistencia de un profesional psiquiátrico o psicológico lo asociamos a la idea de locura, trazando aún más líneas que nos separen entre nosotros. Al fin y al cabo para eso sirven los prejuicios, para alejarnos entre nosotros.
¿Quién define la locura? ¿Y lo normal?
Si buscamos en nuestra biblioteca mental podemos encontrar algunos criterios que hemos asumidos como normales: ser heterosexual, tener un cuerpo socialmente aceptado y estar sano.
Dijo alguien una vez que los locos son los más cuerdos. ¿Acaso no acudes al médico cuando tienes una molestia en el estómago? ¿Por qué no puede una persona que tiene determinada patología mental acudir a un profesional? Tú no y yo sí, la base de todo.
Si atendemos al proceso de inclusión de personas con diversidad funcional, en los últimos años apreciamos medidas que hoy en día nadie se cuestiona pero en su momento resultaron controvertidas. Por ejemplo, las plazas para minusválidos, la exigencia de rampas y accesos, ¿pero cuántas medidas de concienciación e inclusión respecto a enfermos mentales se han introducido? Muy pocas.
Hace unos meses el Gobierno publicó una resolución sobre los “colegios especiales”. Dicha resolución fue utilizada por lo oposición con la intención de difundir un bulo sobre el inminente cierre de estos colegios, pero nadie se paró un segundo a leer y comprender dicho documento.
Desde hace muchos años la Unión Europea ha llamado la atención a España por la gran cantidad de instituciones escolares que tiene y por la falta de inclusión de personas con diversidad funcional. Mediante esta resolución se entiende que el plan del ejecutivo es intentar incluir en aulas de colegios ordinarios a todos aquellos alumnos con diversidad que, en la medida de lo posible, puedan adaptarse al curso ordinario.
Todos los alumnos que por sus patologías no puedan seguir el plan ordinario continuarán en los centros especiales. Una niña con una parálisis cerebral del 10% puede seguir el plan escolar de cualquier colegio ordinario, y dejar que acuda a un centro especial sería tirar por tierra todo su potencial. Diamantes en bruto sin explotar.