Hace unos días tuve una pequeña charla con una amiga paraguaya sobre los prejuicios que recaen sobre los hombros de las mujeres latinoamericanas a su llegada a nuestro país. No sería la primera vez que escucho a alguien referirse a las latinas como calientes cazafortunas. Existe una creencia popular que representa a los latinos, y en particular a las mujeres latinas, de modo estereotipado.
La inmigración es de forma intrínseca un reto para cualquiera de los mortales, pero en el caso de personas procedentes de Latinoamérica o de África supone una lucha que no cesa ni cesará hasta que erradiquemos las discriminaciones transversales como son la xenofobia y el machismo. La mujer latina tiene dos frentes abiertos, por un lado, el racismo generalizado de los blancos colonizadores que no entiende de fronteras a la hora de verter su bilis; y por otro lado el machismo que sufrimos todas las mujeres, españolas y extranjeras.
Pero, ¿por qué se ceba más la ciudadanía española con las mujeres latinas?
El ataque a las mujeres latinoamericanas seguramente se encuentre en el top 3 de las discriminaciones raciales. El racismo unido a la aporofobia se multiplica cuando hablamos de Latinoamérica.
Dos son las visiones que debemos tener en cuenta a la hora de abordar la cuestión.
El mito de la mujer “exótica y caliente”
Belleza, exotismo y calentura o “mujer hot”, eso es lo que ven los españoles en las mujeres latinoamericanas y que les hace “preferirlas” a las blancas. La gran parte de hombres que afirma esto son hombres de una edad adulta avanzada, los jóvenes, influidos por la cultura antirracista que se abre camino, tienen opiniones más diversas. El canon de belleza actual se ajusta a los rasgos latinos o, mejor dicho, lo han ajustado a los rasgos latinos.
Aunque muchos de los argumentos sean que son más bellas o tienen más carácter que las españolas, no deja de existir cierto racismo detrás de estos estereotipos. Debido a los procesos colonizadores, aquellos en los que los blancos asaltaban Latinoamérica y África y violaban a las mujeres de dichas zonas, aquellos en los que eran tratadas como cosas y no como personas, se sigue manteniendo la hipercosificación de la mujer latinoamericana.
El mero hecho de calificar como caliente a una mujer por su raza dice mucho del tratamiento igualitario que se le otorga, es decir, ninguno. Este trato se ha perpetuado en el tiempo y los medios se han encargado de avivar el fuego. Los papeles que interpretan los latinoamericanos, y sobre todo las latinas, encajan en estos estereotipos y los presentan como “hipersexuales”, “exóticos” y “peligrosos”.
Ejemplo de ello son Sofía Vergara o Eva Longoria, ambas han tenido que batallar el doble de obstáculos que cualquier mujer, y el cuádruple que cualquier hombre. El hecho de que sean actrices normativas atractivas tiene como consecuencia que sean más conocidas aún. Esto supone una traba a la hora de hacer valer su potencial ya que siempre se les juzgará por su físico sin profundizar en su valía.
Durante una entrevista para un programa norteamericano Sofía tuvo que lidiar con el acoso del famoso chef Ramsy. Mientras ella respondía al presentador, el chef no paraba de tocarle las piernas e incluso el bajo de la espalda haciendo que Sofía tuviera que sentarse en la esquina del sillón para evitar el acoso. Ramsy siguió con los tocamientos hasta que ella le dio en la mano y le gritó que no la tocara. El presentador no paraba nada de lo que estaba sucediendo.
Como afirmaba una edición de la revista ‘Mujeres Latinas’, estereotipar de este modo tienen efectos negativos, como el tratamiento del cuerpo latino como mercancía y la expectativa de que hay sólo una forma homogeneizada de la latinidad.
La “amenaza” inexistente a la mujer española
La mujer adulta española, normalmente de edad media, suele verse intimidada por la mujer latina. ¿La causa? El 80% de los hombres de nuestro país “prefiere” a una latina antes que a una española aunque siempre quepan excepciones. Según el INE, al menos un 61,9% de los hombres españoles, ya vivan en España o en el extranjero, contrae matrimonio con latinas. Los españoles prefieren a una mujer latina como pareja antes que a una española y esto hace que la mujer española decida llamar al ring a la latina. Y diréis:
-La vida de la mujer no gira en torno a los hombres-. Por supuesto, pero cuando hablamos de relaciones afectivo-sexuales entre heterosexuales sí entramos al campo y muchas veces el feminismo se queda en el banquillo. Para la española blanca de mediana edad las latinas son unas de sus principales competidoras, y esto no es más que un fruto del patriarcado. Desde la infancia se nos enseña a las mujeres que debemos competir entre nosotras desviando así la vista del causante de nuestros problemas, el sistema patriarcal. Se nos invita a pisar al resto de mujeres si queremos alcanzar la cima.
¿Cuántas mejores amigas tiene tu sobrina? ¿Y tu sobrino? Los niños suelen ampliar más sus círculos y amistades ya que su proceso de socialización es diverso al de las niñas, no reciben estímulos dirigidos a la competición con personas de su mismo género, al contrario que las pequeñas. A las mujeres se nos educa en un mundo que se parece más a un campeonato que a una vida real. Sin embargo, esta discriminación más exacerbada hacia las mujeres latinas tiene fácil arreglo, empecemos a practicar la sororidad y apoyémonos entre nosotras. Da igual la raza cuando por el simple hecho de ser mujeres no gozaremos de los mismos privilegios que un hombre.
La mujer latina, española, rusa o china siempre lleva las llaves entre los dedos al volver a casa de noche. El enfrentamiento entre nosotras solo abre más la brecha de la desigualdad.