Opinión

La cara oculta

Para cualquier persona de a pie podría parecer que el vestido de Nochevieja de Cristina Pedroche no cumple más finalidad que la de captar la atención de los telespectadores, sin embargo, son muchas las intenciones que hay detrás de él y que nos afectan a todos.

Es día 31, quedan quince minutos para las doce, tu familia ya ha terminado de cenar cuando de repente uno de los que están sentados en la mesa dice: 

-Pon el canal donde sale la Pedroche y así vemos que lleva-. Este comentario es ya una costumbre en más de uno y de cientos hogares españoles. ¿Por qué? El morbo añadido a la sexualización de la presentadora mueve a más de uno en nuestro país. Lo más curioso es que son aquellos que tildan el modo de vestir de Cristina de ridículo e innecesario los mismos que no pudieron resistirse a cambiar de canal.

Sí, tenemos un comité de jueces con una moral intachable en cada casa. ¡Qué ironía! Pero lo más importante, ¿con qué finalidad se le viste así a Pedroche? ¿Estamos seguros de que es ella la que elige su outfit? Y en el caso de ser así, ¿por qué se decanta por lo morboso? 

Lo primero y prioritario, Cristina Pedroche tiene derecho a vestirse como se le antoje, faltaría más, pero, ¿qué intereses oculta si es que los oculta? Si bien nunca sabremos a ciencia cierta la intención de dicho vestido podemos advertir diferentes impactos; el más efectivo para el sistema, alentar el enfrentamiento entre nosotras, entre las mujeres. Uno de los pilares del sistema patriarcal es la lucha y competición entre mujeres, al sistema no le interesa que nos aliemos al ser él mismo nuestro enemigo común.

Situarnos a unas frente a las otras es su forma de asegurar la dispersión y la no organización de sus oprimidos. Desde la infancia se nos inculca que sólo debemos tener una mejor amiga y que es solo nuestra. Y que ninguna niña se atreva a robarme a mi mejor amiga porque temerá las consecuencias.

¿No habéis reparado nunca en que los niños tienen grupos de amigos más grandes durante su infancia y que aun teniendo un mejor amigo no cortan relaciones con otros compañeros? Se promueve en las niñas un carácter posesivo y competitivo, eso sí, solo entre nosotras. El día 1 de enero muchas mujeres criticaban a la presentadora por enseñar demasiado, por generar morbo y otras por enseñar al colectivo que mercantilizarse y sexualizarse es algo natural. Objetivo conseguido. 

En segundo lugar, el tema de la mercantilización. Demos por hecho que la cadena no le impone a Cristina cómo debe vestirse y que es ella misma quien escoge su vestimenta. ¿Cómo podríamos diferenciar entre una proclamación de libertad y la mercantilización de su cuerpo? O en otras palabras, ¿cómo diferenciar el “feminismo” liberal del feminismo radical? 

Cristina Pedroche actuará en consecuencia con los ideales liberales si opta por defender la libertad individual que ella posee como mujer para lucir lo que quiera en su cuerpo. Este feminismo o pseudofeminismo afirma que todos vendemos de alguna forma nuestro cuerpo, ya sea exponiéndolo como las modelos o trabajando como oficinistas.

¿Cómo se opone esto a las ideas feministas radicales? 

En multitud de comercios observarás decenas de camisetas con logos o lemas feministas que en realidad solo sirven para lavar la cara de las marcas. Aquellos que explotan a las mujeres y las cosifican quieren lavar su imagen y hacer del feminismo un negocio. Hasta que el 8-M no tuvo una increíble repercusión a Amancio Ortega no le interesaba que sus camisetas dijeran “I am feminist”.

Para el feminismo radical la decisión de Cristina no es libre, es el patriarcado el que nos ha impuesto que las mujeres somos mercancía, que nuestro cuerpo es mercancía. Las mujeres gustamos más desnudas y prostituidas que con un micrófono en mano y ocupando cargos de poder.

Ana de Miguel plantea lo siguiente en su libro Neoliberalismo  sexual y el mito de la libre elección: “¿por qué son las mujeres las que exponen su cuerpo? ¿Por qué no se habla del traje que llevará un presentador de nochevieja? “Las chicas entienden que tienen que mercantilizar su cuerpo porque ese es su mejor recurso, y eso es una falsedad absoluta.

Cuando vemos que en un comportamiento sólo hay mujeres a un lado -o en un 90%-, y, al otro, hombres como compradores, podemos postular que esa libre elección cae por su propia base. No es la libre elección la que está operando, sino los comportamientos marcados por el género”.

Si seguimos el pensamiento del feminismo liberal, aquel que está a favor de que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera, normalizaremos este tipo de conductas y puede ser que el dueño de la taberna de debajo de tu casa al día siguiente obligue a sus camareras a acortarse la falda.

El liberalismo es el arco dónde cabe todo, incluida la explotación. Hasta que no se hable del traje de Chicote tendremos la certeza de que el modelito de Cristina favorecerá al sistema patriarcal. 

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