Opinión

Hermanas afganas, estamos con vosotras

Afganistán afronta un momento desolador y de una inhumanidad que supera la ficción. Para aquel o aquella que no conozca muy bien lo que sucede en el país, Afganistán lleva 20 años en guerra. No hace falta decir que cuando se producen conflictos bélicos las peores paradas son las mujeres y los niños, y, por desgracia,

Afganistán no iba a ser menos. El triunfo de los talibanes supone la muerte en vida para nuestras hermanas afganas. Se abren las puertas a la imposición de la ley islámica, atentando contra los derechos humanos y provocando una crisis migratoria que ya estamos presenciando. Después del anuncio de Biden los talibanes han ido conquistando más territorios llegando a hacerse con la capital, Kabul. 

A modo de contextualización, los talibanes, hoy al mando del país, son una escisión de un grupo que luchó contra la URSS financiado por EEUU. El problema comenzó cuando se produjeron los atentados del 11-S y Afganistán dio cobijo a Bin Laden. Como consecuencia, EEUU intervino el país para evitar que los talibanes se hicieran con el poder. Podríamos decir que los “soldados a sueldo” de esta gran potencia le mordieron la mano a quien les alimentaba. Ahora, el presidente Biden, tras la falta de apoyo ciudadano, ha anunciado la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, lo que supone una oportunidad de oro para los talibanes. 

Ante la inminente victoria del grupo talibán, muchos ciudadanos están intentando escapar del país. Hoy nos llegan imágenes de afganos cayendo del cielo tras agarrarse a las ruedas de un avión con el único fin de escapar del infierno que ya ha comenzado. ¿Cómo de desesperado tendrías que estar para agarrarte a las ruedas de un avión? Mientras tanto nosotros seguimos con nuestras vidas. ¿Qué le vamos a hacer?

Esta frase retumba en muchas conciencias producto del egoísmo neoliberal en el que el capitalismo nos ha adoctrinado. Han conseguido arrancarnos nuestra sensibilidad y dejarnos sin alma, como cuerpos sin sentimientos que actúan por inercia. ¿Cómo que qué le vamos a hacer?.

Me repugna permanecer impasible a lo que sucede alrededor y más si es algo tan grave. Nuestras hermanas afganas están a punto de no poder reírse en público o enfrentarse a ser torturadas, a no poder siquiera mirar por la ventana, ¿y nosotros no vamos a hacer nada? No hace falta ir a luchar a Afganistán para contribuir con la causa, sin embargo, para aquellas que creemos en el respeto a los derechos humanos esto supone razón suficiente para salir a quemarlo todo y sí, aquí y ahora.

Basta ya de excusarnos en la falta de fuerza de los ciudadanos en cuestiones a gran escala. Los organismos estatales e internacionales funcionan bajo presión y la ciudadanía tiene poder para ejercerla. Mas, por favor, no seamos empáticos de superficie mientras esté en nuestras manos el más mínimo cambio. Nadie merece lo que los afganos están viviendo. Nadie merece vivir muerto en vida, nadie merece morir para seguir viviendo. Hermanos y hermanas afganas, yo estoy con vosotras.

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