Opinión

En las malas, sólo nos salva lo público y la generosidad entre las de abajo

La sanidad pública madrileña tenía 2.100 camas más que ahora en el año 2008. Los sucesivos recortes de los gobiernos del PP en Madrid han ido desmantelando los servicios públicos. Ahora, falta personal, falta material, faltan equipos de protección. Se ha contratado personal sanitario a toda prisa, unos 1.700, sin llegar a los números de profesionales de hace una década*.

En los centros de salud barriales la semana ha sido horrible. Cundiendo la histeria colectiva, miles de usuarios han acudido o llamado preguntando por información o demandando asistencia sanitaria. Personal administrativo y sanitario están siendo, como siempre, un ejemplo de serenidad y generosidad, anteponiendo la salud pública a todo lo demás.

Mi madre es directora del Centro de Salud Cuzco de Fuenlabrada. No acostumbra a llegar a casa antes de las cinco de la tarde, pero esta semana el esfuerzo ha sido inmenso. No le he escuchado ni quejas ni vacilaciones. Siempre el bienestar colectivo como bandera. Incluso teniendo un viaje programado esta semana, y dejando a un lado posibles cancelaciones, ella ya decía que no podía marcharse en este clima de desasosiego. Porque la responsabilidad social y con sus compañeras va también por delante.

Frente al mirarse el ombligo y el individualismo pérfido tan habituales en nuestros presentes, la sanidad pública es generosidad. Medidas preventivas por delante, cada mañana los profesionales de todos los centros sanitarios han estado haciendo su trabajo y dando lo mejor de sí, calmando el caos y transmitiendo certidumbres.

Frente a los buitres que quieren hacer negocio del desconcierto vendiendo al triple materiales de prevención o cobrando a 300 euros las pruebas de diagnóstico, los profesionales de la pública han tenido jornadas extenuantes y difíciles, pero con una humanidad admirable. Frente a la vileza de la sanidad privada, tendremos siempre la honestidad de nuestra sanidad pública.

Frente a la insensatez e imprudencia de muchos medios de comunicación, difundiendo bulos o alimentando el pánico, los profesionales sanitarios y no sanitarios han hecho encomiables ejercicios de aplomo, explicando con pedagogía y empatía.

Mi madre acaba de llegar a casa. Son las cinco de la tarde del 12 de marzo. “Ya vamos encarrilándolo. La verdad es que la gente del centro es increíble.” Imposible describirlo mejor. Gracias a todas las que hacen posible que la sanidad pública encarne que otra manera de vivir en común es posible: con la generosidad y el cuidado como lo más importante de nuestras vidas.

Gracias a todas las que cada día hacen del Centro de Salud Cuzco un lugar tan bonito.

*Datos proporcionados por MATS Madrid.

Irene Vigil Nogerol

Comentarios