Opinión

El celador

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Tengo sudor por todo mi rostro y el pelo, empapado. La piel está húmeda y van cayendo a gotas a lo largo de la mejilla. No me puedo creer la imagen que me había acabado de ilustrar mi mente. Además, está relacionado con mi mente. Ya llevo 20 años trabajando de celador en hospitales y no he visto nada igual. Estoy fumando un cigarrillo muerto de miedo. Me vuelvo hacia la puerta temblando por si viene de nuevo. Estoy arropado por una manta en la camilla de una ambulancia y el personal procura tranquilizarme y sacarme del shock en el que encuentro, además de preguntarme qué había sucedido.

Tras estar en una comisaría cutre dos horas esperando y sentado en una silla fría y dura en una sala, me lleva en una sala donde se encuentra el comisario con un archivo abierto encima de la mesa gris y fría, con documentos fuera de él esparcidos sin sentido. Detrás del hombre, hay dos policías. La policía que me acompaña me invita a que me siente en una silla a juego que la mesa y enfrente del comisario. Aquí parece que empieza una conversación.

-  No vamos a querer robarle más de su valioso tiempo salvando vidas. Lo mejor que podemos decir con todo que ha pasado en esa especie de hospital de pisos tutelado es situarlo temporalmente. Lo que ha visto mi equipo es verdaderamente horripilante. ¿Me puede explicar exactamente que ha visto y los sucesos que ha pasado? ¿Hace cuánto que trabaja en este tiempo?

-  Pues... Hoy iba a ser el primer día en trabajar en este centro socio-sanitario. No sabía mucho de él. Supongo que es nuevo. El personal fue muy amable, pero desde el principio note algo sospechoso en ese sitio. Creo que era la dinámica.

-  ¿En qué sentido? Explíquese más en detalle.

-  No había ningún paciente en los pasillos y en las salas comunes. Además, los trabajadores no se movían mucho. Lo típico que siempre haya jaleo. Estaba todo muy tranquilo. Eso si todo muy limpio y ordenado. Las paredes eran blancas, el suelo estaba hecho de una madera de color gris perla y las ventanas eran muy transparente.

-  ¿Y qué pasó a continuación?

-  Por fin, llegó un hombre que es celador en ese centro. Me llevó hasta el noveno piso una “habitación” que era realmente un apartamento. No era muy diferente a las instalaciones que había visto hasta ese momento. En el salón había un grupo de enfermeros y enfermeras. Estaba en un gran espacio en el centro al lado de una mesa de comedor y de fondo un gran sofá en frente de un mueble donde se situaba una televisión y una gran puerta corredera con una gran cristalera que da un balcón con grandes vistas.

Estuvimos hablando sobre nuestras experiencias ya vividas en otros centros: hospitales, residencias, centros de días... Ya noté desde el salón algo que se movía en las habitaciones del fondo donde se accedía por un pequeño pasillo, visible desde el salón. Veía por el rabillo del ojo que pasaba una persona mientras hablaba con los que iban a ser mis futuros compañeros. Estuve atento durante mucho tiempo tanto a lo que se movía como a la conversación.

-  No paré.

-  Y de pronto me quedé fijo a una puerta del fondo y aparece un brazo robótico cuya mano se apoyaba en el borde de la puerta. Era un muñeco como el de las prácticas del curso que estudié. Tenía inteligencia, conciencia y las mismas dimensiones de una persona, pero con funciones mecánicas multifuncionales. Me miraba fijamente. Estaba apoyándose en el borde de la pared intentando no caerse.

No conseguí equilibrio por sí mismo. Cuando lo vieron todo el grupo, palecieron y la primero que hicimos fue salir corriendo cerrando detrás de nosotros la puerta de un portazo. No quisimos esperar el ascensor. Y decidimos bajar por las escaleras. En ese momento estaban bajando una enorme aglomeración de personas de los pisos superiores a toda prisa para salir de allí.

-  ¿! Pero por qué coño se movía esa cosa¡? ¿! Por qué estaba allí¡?

-  ¿No lo ha comprendido? Ese centro no era para personas. Era para muñecos.

-  No tiene sentido.

-  No tiene porqué tener sentido. En nuestra sociedad nada tiene sentido. La sanidad es pura humana, la sociedad y las personas, no. - Gracias por su colaboración. Se puede marchar.

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