Opinión

Carta abierta de una ciclista fuenlabreña

Hola mi nombre es Rosalía tengo 18 años y vivo en Madrid. Me dirijo a vosotros para contaros algo sobre mí y mi día a día.

Soy una chica normal a la que le gusta la música, salir con mis amigas, pasar tiempo en familia. Me encanta el mar, la montaña, los animales, el aire fresco, bueno en fin la naturaleza. Cuando era pequeña hice todo tipo de deportes pero ninguno me llenaba como el que practico hoy en día.

El deporte que desde bien pequeña, por no decir desde que nací me vuelve loca es el ciclismo. Me encanta montar en bicicleta. Siempre quise ser ciclista pero no fue hasta los ocho años que mis padres decidieron apuntarme a una escuela de ciclismo.

A esa edad entrenaba en un recinto cerrado 2 días a la semana durante 2h. A medida que iba creciendo y pasaba de categoría ya no me servía entrenar en un recinto cerrado si no que necesitaba salir a carretera.

Con tan sólo 14 años ya salí a entrenar a carretera claramente con mi padre como acompañante. Pero ya no podía salir dos días a la semana tenía que salir todos los días. Mi padre trabaja y en invierno los días son más cortos no podía esperarlo así que tuve que empezar a entrenar sola.

Rosalía Ortíz en pleno esfuerzo durante una carrera

A partir de ahí mis entrenamientos se basaban en salir con alguna grupeta o directamente sola. Cuando salgo voy con mil ojos porque las carreteras que podemos transitar hay algunas que no están en muy buenas condiciones...hay cristales, graba, pinchos, baches ...

Y por cosas como estas que me encuentro por la carretera puedo pinchar incluso caerme. Respeto los semáforos, peatones, las señales de tráfico pero… ¿Quien me respeta a mí ? Cuando voy entrenando no sólo voy con los mil ojos, sino que voy pensando en mi entrenamiento, en las cosas que me rodea...

Bueno digamos que es mi vía de escape y mi momento de disfrutar de dejar de lado todo aquello que me presiona o atormenta y pensar en una sola cosa, dar pedales para avanzar.

Crees que es justo que cada día después de que llego de estudiar y me toca ir a entrenar tenga que pensar en despedirme de mi familia porque no sé si volveré a casa o simplemente no volver a ver a mi familia .... Creo que no.

Además a vosotros os protege una gran caja de metal como es el coche, pero mi protección se limita a mi cuerpo, es verdad llevo casco pero el casco lo llevamos como protección en caso de una caída no en caso de un atropello.

Dicen que los ciclistas estamos hechos de otra pasta, pero no somos inmortales. Todos tenemos miedo a algo, a la oscuridad, a las alturas, a las arañas ...

Yo personalmente tengo miedo a salir un día y no volver. No cuesta nada respetar 1'5 m de distancia.

Rosalía Ortíz | Pequeña ciclista

Comentarios