Opinión

La pequeña Paula

Una vez alguien, sin pretensiones de grandeza, desde la humildad y sencillez se decidió a escribir una pequeña historia. No era una historia para gustar, nada más lejos, ni para que fuera contada por cada rincón del planeta, era una historia para ayudar a otra persona que no entendía lo que le sucedía, que se veía en una lucha constante contra el mundo y por ello, rechazada en cada juego del colegio, en cada paso que daba, sin entender nada.

Aquella historia traspasó a aquella persona y quien la había escrito para ella y fueron muchos quienes la pidieron para leer. Así que al final, se plasmó en un pequeño libro, con unas ilustraciones muy sencillas, cargado de realidad y hechos que día a día pasaba la protagonista de aquella historia, ahora libro. 

Hubo mucha gente que se dirigió a la persona que lo había escrito y no faltaron aquellos que no se fijaron en lo que se leía entre líneas, no conocían la esencia de aquella historia convertida en libro, ni de dónde venía y así comenzaron a lanzar advertencias a aquél que lo había escrito: 

- Bueno para que guste a tu familia no está mal, pero no esperes ir más allá. 

- No está mal esta historia, pero no me engancha, no triunfará. 

- ¿Pero tú has estudiado algún curso para escribir? 

- Es una historia muy simple y le veo muchos errores, creo que deberías dedicarte a otra cosa. 

  

Por supuesto, quien había realizado la historia para ayudar a aquella otra persona que lo estaba pasando mal, escuchaba con atención los "consejos", aquellas críticas que debían de ser entendidas para mejorar su historia. Pero pronto se dio cuenta de que aquellas críticas no iban en el sentido de otras muchas que le indicaban muchas personas, no eran críticas constructivas, eran destructivas, no aportaban nada más que el intento por desalentar y que perdiera aquella ilusión que había nacido en poder ayudar a aquella persona que no entendía el mundo y lo que le estaba sucediendo. 

Sin comprenderlo muy bien, la historia convertida en libro comenzó a venderse contra los pronósticos de aquellos que no estaban muy de acuerdo con él, pero no como lo hacen los grandes libros, los grandes autores o las reconocidísimas editoriales, no. Aquella pequeña obra empezó a llegar a muchas personas a través del "boca a boca", de personas que les llegaba el libro y lo hablaban con otras y así cada vez más: 1ª edición, 2ª, 3ª... 

El autor estaba sorprendido por aquello, solo había deseado ayudar a aquella persona que sufría sin entender y ahora su libro estaba siendo leído por cientos de personas. Entonces comprendió, que aquel libro, no estaba hecho para todo el mundo, pues en él no se buscaba un negocio, unas ventas buscadas por una gran maquinaría de marketing o para llegar al gran público, no. No era así, porque no estaba hecho para ello, no les quería contar una gran historia, ni darle el mejor de los estilos, por eso ellos se quedaban igual al leer aquella historia que se convirtió en libro, ellos no eran los destinatarios, pues en verdad solo era para aquella persona que lo estaba pasando tan mal en aquel día a día que no comprendía. Pero también entendió que ahí fuera, había muchas más personas que lo estaban pasando mal, como aquella a la que iba dirigido la historia y que mucha gente se veía afectada por aquel mismo mal.  

"¡Claro, por eso era!" - se dijo el autor. Ahora entendía el por qué su historia convertida en libro estaba gustando y era tan solicitado, muchas personas se veían reflejadas en la protagonista, muchos eran capaces de ponerse en su piel y por ende ellos también eran los destinatarios de su historia. Ellos no se quedaban en lo superficial, entendían los valores que representaba aquella historia, se zambullían entre línea y línea. Para ellos era aquella historia y no para otras personas, que con todo el derecho del mundo no tenía que gustarles aquel sencillo libro, pues no lo entendían, pero que por algún tipo de afán no intentaban mejorarlo, sino todo lo contrario borrar la pequeña luz que comenzaba a nacer con aquella ilusión y esfuerzo. 

Pronto comenzaron reconocimientos de muchos tipos: profesores, directores y jefes de estudio de muchos centros educativos, entrevistas en radio, webs especializadas que recomendaban la obra, instituciones y asociaciones que pedían poner en sus centros el libro que nació como una pequeña historia para ayudar a una persona que lo estaba pasando muy mal. 

El autor seguía sorprendiéndose, recibía llamadas felicitándoles, mails de rincones lejanos del mundo preguntando por su obra y se dio cuenta que para disfrutar y sentirse orgulloso no es necesario el éxito que se nos impone en la sociedad, el que muchos de aquellos que alardeaban queriendo que desistiera de escribir propugnaban, no. El gran éxito en la vida es disfrutar cada momento de lo que se hace, de ser feliz con quién eres (con tus virtudes y tus defectos, como su pequeña historia), de sobreponerte al miedo y al desaliento y crear un camino: tu vida y cruzarla como tu deseas sin querer apagar el brillo de las demás personas que nos acompañan.

Se dio cuenta y descubrió a muchas más personas que tenían esa misma perspectiva, espíritus maravillosos, que no buscabanel éxito banal que se impone desde un mundo de consumo brutal, no. Había personas que conocían el verdadero sentido de la vida, el placer de un "gracias", el consuelo de un abrazo o la dignificación de poder ayudar a aquellos que lo pasan mal. Y ellos hicieron descubrir al autor de aquella pequeña historia convertida en libro, que con ello no solo ayudaba a quien en un principio estaba destinada su historia, si no a todas aquellas personas que también lo pasaban mal o aquellas otras que no estaban de acuerdo con lo que veían a su alrededor. 

Y así aquella sencilla historia que el autor dedicó a una persona, a una niña que estaba en la más oscura de las encrucijadas, se convirtió en un libro para muchas más personas. Ese libro es la historia de "La pequeña Paula" y para mí no es una gran obra, es solo eso una sencilla historia que cuenta los problemas de una niña real, vestida con esa fantasía que a todos nos gusta y que según crecemos vamos olvidando, hasta no recordar que la vida es una obra, una gran historia, una ficción única y quecomo tal, debe de ser vivida con pasión, con magia, sabiendo que habrá momentos de risas y de llantos.  

Ahora entendía por qué una historia pequeña había crecido de aquella manera y que lo mejor de todo era cada persona increíble que se iba cruzando en el camino cada día. Descubrir que los verdaderos superhéroes no estaban en las películas, si no en la vida real. Que no hay oscuridad a la que no podamos vencer si recordamos el increíble poder que atesoramos dentro de nosotros: aquel de conseguir las cosas más extraordinarias. Y que para ser felices no se necesita apagar la sonrisa de los demás, al revés, cuando te alegras por la felicidad de los demás, cuando eres capaz de cambiar una lagrima por una sonrisa es cuando realmente te sientes un superhéroe y eso es lo que me ha enseñado la pequeña Paula. Lo importante no es una gran historia que genere mucho dinero, no puedes hacer sentir algo en lo que otros no desean creen, solo tienes que dedicarte a vivir con pasión lo que haces y la vida sola te llevará por el camino que debes andar, te cruzarás con las personas que debas encontrar y solo de ti depende como deseas interactuar, desde la oscuridad, la tristeza y la envidia o desde la empatía, la felicidad y la solidaridad. 

Solo vosotros sois dueños de vuestro destino, de cómo interpretar la gran obra de vuestra vida, vosotros y nadie más. Por eso sacad la mejor versión de vosotros mismos y rodearos de aquellas personas que hagan brillar más vuestra luz. 

Con todo mi cariño. 

Ignacio Longobardo.

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