Opinión

El PSOE necesita romperse o Sánchez lo rompe todo (parte I)

Sigo en mi proceso de lucha contra el cáncer que me diagnosticaron en Agosto. Hemos ganado una primera gran batalla eliminando la metástasis cerebral que amenazaba funciones tan importantes como la visión, la movilidad de la parte diestra o presiones en el aparato circulatorio. Ya estamos en condiciones de comenzar inmunoterapia para impedir que el tumor continúe campando a sus anchas.

Digo todo esto con esta frialdad y confianza porque, aunque soy conocedor de la gravedad de la situación y de que en cualquier momento algún órgano vital puede fallar y encontrarme en una situación irreversible. De hecho el pasado martes 22 de Septiembre salvaron un importante match-ball al resto, mi confianza en el equipo médico que me lleva es total y mi disposición física y mental para luchar contra la enfermedad también.

Ellos si mandan sobre mi tratamiento, como les decían las sociedades científico – médicas al gobierno, y además saben lo mejor en cada caso. Y aunque cada mañana se sorprenden de ver que mi estado de ánimo va por delante de las analíticas, no me mienten ni falsean la realidad.

No inventan analíticas, cambian gasometrías o buscan culpables en otro departamento para justificar una evolución negativa del proceso mientras disfrutan de vacaciones.

Ha llegado el momento de que este gobierno nos rinda cuentas de su negligencia, de su incapacidad y de su mala fe jugando con la salud y el futuro de una nación que tanto ha costado levantar, con el único objetivo de mantener el poder y encontrar el modo de perpetuarse en él sin la alternancia que cualquier democracia necesita. Poniendo manos a la obra para una arcadia republicana imaginaria que ni ellos mismos aciertan a situar en tiempo ni lugar y de la que solo esperan encontrar beneficios o saldar venganzas.

Parece que Pablo Iglesias ya las va a rendir, por méritos propios poco edificantes para un supuesto servidor público, anteriores a su entrada en el gobierno. Eso no le exime de responder también de su participación en el monstruoso engaño al que nos están sometiendo desde esa oficina de propaganda en que se ha convertido La Moncloa.

Hoy estamos seguros de que el gobierno conocía perfectamente los riesgos de la pandemia mientras seguía autorizando reuniones deportivas, celebración de congresos, seguimiento de fiestas como las fallas o manifestaciones multitudinarias que servían a sus intereses electorales. Ya la contumacia en la mentira no va a mejorar la titulación del “Doctor Simón” aunque para nuestra ministra de educación con su proyecto de ley podrá llegar a ser lo quiera sin necesidad de aprobar las asignaturas.

Tras celebrar su fiesta, nos confinó a todos en casa tres meses (como medida quirúrjica no está mal) y tomó el mando de la situación con un “estado de alarma” que utilizó para fines no sanitarios y devolvió a las CCAA de nuevo la responsabilidad cuando comprobó que no sabía qué hacer con él.

Cuando conozcamos las verdaderas dimensiones de la gestión de material sanitario que ha hecho este gobierno, lo primero fue cerrar el portal de transparencia, no vamos a dar crédito. No ya por su incapacidad de gestión, sino por la catadura moral de algunos de sus miembros.

Si esta misma reflexión la hacemos a nivel internacional con Trump a bordo su helicóptero volviendo como vencedor del virus a La Casa Blanca, quitándose la mascarilla desafiante como el superman que su equipo de imagen le aconsejó que fuese por un momento, debemos concluir que lo nuestro está tan generalizado que el mundo se ha vuelto loco.

La suerte de Trump es que el  equipo médico que le atendió (que no cuentan con asesores de imagen) si eran profesionales y no le aplicaron los métodos de lejía que él aconsejaba groseramente. Me viene a la cabeza la reflexión de una tal Mafalda, hoy ya desgraciadamente silenciada, que nos decía que el problema del mundo es que cada vez hay más gente y menos personas. Pero sigamos en casa.

La política es servir y es tan necesaria como la salud, la educación o economía para dar seguridad y bienestar a nuestra vida en países donde hemos tenido la suerte de alcanzar un desarrollo socio económico sostenible y debemos ampliar la solución a otros países en los que la autoridad es la simple fuerza.

El problema aparece cuando el servidor público “se beneficia” personalmente de ello y comienzan a reproducirse presidentes, ministros, diputados, alcaldes, concejales, vocales, fiscales, y otros cientos de miles de parásitos “que dicen ser políticos”, pero son parásitos del sistema y se comen el esfuerzo del que trabaja para ellos garantizarse el futuro o directamente para hacerse ricos a costa de las arcas del estado.

Sólo así se entiende que el Sr. Montilla, mientras le nombran consejero de grandes sociedades, mantenga además un presupuesto anual de 400.000€, con cargo a los presupuestos generales del estado, para mantener su oficina, coche oficial, secretariados etc etc. y nos vende que es un tío progresista.

He puesto este de ejemplo a este Sr. porque leí ayer la información. Estoy seguro que hay cientos de miles de ejemplos para poner. Sin ir más lejos, esos consistorios que se ponen salarios de presidente en poblaciones que sufren carencias básicas.

Decía uno de esos genios que el cielo nos regala de vez en cuando ( Paco de Lucía) que cuando ganó sus primeros 2 millones de pesetas y los dedicó a comprar una casa para su familia en vez de ayudar a asociaciones y personas que lo necesitaban más que él, dejó de decir que era de izquierdas. No sirven las ayudas como espectadores que expresan sus condolencias a quien sufre.

No se entiende que, mientras todos estamos temblando por el futuro de las pensiones, bueno los jóvenes ya no imaginan que es eso, Al Sr. Torra le quede una pensión vitalicia de más de 90.000€ por haber suplantado al Sr. Puigdemont 2 años y haber sido retirado del cargo por deslealtad hacia la autoridad que le va a permitir cobrar esa pensión.

Vamos, que le digo a mi jefe que yo no obedezco más que a un señor que conozco en Bruselas y mi despido sigue siendo improcedente y con derecho a pensión vitalicia. Prodigioso.

Hoy aparecen nuestros ministros a explicarnos que van a gastar cerca de 200.000 millones de euros. Si han leído bien, son muchos. Pero nuestro ínclito presidente va conseguir crear 800.000 puestos de trabajo en 3 años que son la mitad de los ya se estaban creando cuando él llegó con los presupuestos recortados del Sr. Montoro porque no había dinero para tanto despilfarro.

¿Es una broma?

Estoy seguro que mañana al 80% de los medios de comunicación del país, que tienen el cuajo de seguirse llamando medios de comunicación, les parecerá bien la noticia. Incluso acertada porque en su única herramienta acertada, la propaganda, le han dado certificado de calidad medioambiental. Vamos a hacer inversiones verdes.

La sociedad civil española está muy por encima de esta mediocridad parasitaria e infecciosa que se ha instalado en nuestra clase política y está devorando nuestra convivencia.

Si entonces, en la transición, la corona y un puñado de servidores públicos encontraron la solución en Ávila con un desconocido Adolfo Suárez, del que comenzamos desconfiando un poquito, porque nos costaba poner en la misma frase falange y futuro y a un señor de Sevilla con la talla política internacional de Felipe González. Hoy, con una sociedad civil más formada, más internacional y perpleja ante la situación, aunque un poco más sectaria por las dosis de “adormilina” que le administran desde “los medios de confusión” darán ese necesario paso al frente.

Eso debería comenzar saliendo del propio PSOE. Los diputados aún no “lastrados” que siguen sintiendo que son servidores públicos (estoy seguro que hay y bastantes con voto en el congreso y con capacidad para influir en él) deben romper la disciplina de voto y acordar con la oposición un gobierno de concertación nacional con la suficiente solidez, transparencia y lealtad institucional, que se plantee con seriedad y eficacia los enormes retos que la pandemia y la deslealtad institucional de este gobierno han dejado sobre la mesa y nos devuelva nuestra democracia.

Es inevitable ya una segunda transición que debemos abordar, después de esta crisis, con las garantías de nuestro estado de derecho y la experiencia de lo que en esa primera transición se pudo hacer mejor.

Seguro que todos los demócratas remamos en la misma dirección si alguien le pone sentido al rumbo. No es tiempo de cálculos electorales. Es tiempo de creer en nosotros mismos para que Europa y el mundo lo vean, nos apoyen y dejen de considerarnos otro problema que les cae encima.

Hasta nueve veces preguntó el PP a la mesa del Congreso quienes eran los miembros del comité de expertos que asesoraban al gobierno y en quienes el presidente se escudaba en los mítines ideológicos que nos metía cada fin de semana. En todos obtuvo la misma respuesta, ninguna. Tuvo que recurrir al Defensor del Pueblo para que trasladara la pregunta al Ministerio de Sanidad y la respuesta fue dantesca. No existía tal comité fuera de los técnicos del propios Ministerio con un filósofo al mando.

120 diputados y 6.752.983 votantes del PSOE callan o refrendan la broma

El Ministerio de Educación decide que aprobar la ESO o el Bachillerato no tiene relación con el número de suspensos alcanzado por el nuevo titulado. ¡Qué tiempos aquellos en los que además tenías que hacer reválida!

En salud, ustedes mandan pero no saben. Este es el título del manifiesto suscrito por las principales sociedades científico médicas del país que agrupan a más de 170.000 profesionales.

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