Opinión

'Caída Libre'

“Hemos aprendido a señalar y nos vamos de balde” reza la canción de Vanesa Martín, una de las joyas de la música española.

Últimamente, hemos visto como gran parte del espectro político de nuestro país señalaba a una Isabel Díaz Ayuso que ha ido creciendo como política, presidenta y gestora según los meses del 2020 avanzaban. Políticos de Comunidades Autónomas, del Congreso y Senado, de incluso provincias y municipios, incluido el de Fuenlabrada, hacían piña para atacar a quien, a todas luces, ha llevado la voz cantante durante esta horrible pandemia que tantos seres queridos nos ha arrebatado.

“Madrid es una gran aspiradora que absorbe recursos, población, funcionarios y redes de influencia” comentaba Ximo Puig, Presidente de la Comunidad Valenciana, ante los intentos de la Presidenta de la Comunidad de Madrid de aliviar fiscalmente a los madrileños tras el “sablazo” fiscal que Sánchez y su Gobierno preparan para los españoles, sin importar que hayan sufrido la peor crisis de la Historia, sin importar que los autónomos hayan tenido que seguir sufragando el mastodóntico Estado, aunque no pudieran tener actividad, para que su dinero acabe en cesiones a catalanes y vascos.

“En Madrid, se plantó una bomba radioactiva vírica” comentaba Page eludiendo las responsabilidades ante el aumento de los casos en Castilla – La Mancha. Mientras, en Madrid, se seguía una estrategia de realización extensiva de pruebas de antígenos por Zonas Básicas de Salud, avalada y aplaudida por la Unión Europea pero que fue cuestionada por, el ahora candidato del PSOE en las elecciones catalanas y, por aquel entonces, Ministro de Sanidad, Salvador Illa, y que, tras su evidente éxito, tuvo que terminar por aplaudir él también.

“Los controles en Barajas se están quedando muy cortos y lo vamos a lamentar en breve”, auguraba Isabel Díaz Ayuso el día 25 de junio, y 6 meses después, su profecía se cumplió, gracias a la parsimonia y procrastinación de un Gobierno de España que tenía, como gran preocupación, no darle la razón, aunque la propia OMS les pidiera hacerlo.

Tal fue el nivel de hostigamiento que incluso fue vilipendiada por repartir mascarillas FFP2, allá por mayo, entre los madrileños cuando España comenzaba a salir de ese letargo llamado “confinamiento” en el que nos veíamos sumidos para evitar el COVID-19 siguiera llevándose las vidas de nuestros familiares. Por no hablar de los dos meses perdidos hasta que el Ministerio de Sanidad ha aceptado la petición de la Comunidad de Madrid para que las farmacias puedan hacer los test a los ciudadanos y rebajar la carga a los centros de salud.

Y la traca final llegó a finales de octubre, cuando un hito de la arquitectura, la ingeniería, de la sanidad pública madrileña y de los madrileños, culminó con la apertura del Hospital Enfermera Isabel Zendal. ¿Es posible criticar que un Gobierno construya uno de los hospitales más punteros de España, en medio de una pandemia, para liberar al resto de hospitales de la presión a la que se han visto sometidos? Incomprensiblemente, sí. ¿La razón? Lo ha inaugurado Isabel Díaz Ayuso.

Lamentablemente, como dice el título de este artículo, la política actual, que abraza a los mediocres que se aferran a sus puestos, ya sean de ministro en el Gobierno, diputados desde la Comunidad Valenciana o Andalucía, pasando por Aragón o concejales, desde Santander a Sevilla, pasando, cómo no, por Fuenlabrada, está sumido en su propia “Caída Libre”.

Javier Berlinches

Comentarios