Opinión

¡No aguanto más!

Señor administrador:

Me dirijo a usted para recordarle los problemas que aquejan a esta comunidad de vecinos, y ante los que se hace el longuis de manera continuada.

Como sabrá, el vecino del ático acostumbra a orinarse en la terraza, cerca del desagüe. Primero, se oye el chisporreteo y después una exclamación como de satisfacción. No es que me importe mucho cómo las goce, pero chorrea y se forman charcos y malos olores en la entrada del portal, precisamente junto a la vivienda del gigoló, que no se queja porque le debe dar vergüenza vivir a costa de una pobre mujer que se pasa el día currando para pagarle sus caprichos; entre ellos, un todo terreno y una Harley, y así está él, todo el tiempo de aquí para allá montado en sus cacharros, mirándonos a los demás con aires de superioridad.

Se creerá que me da envidia, pero yo no quiero tener esa cara de plástico que se le ha puesto por el botox y esos labios que parece que está todo el día besuqueando las moscas que revolotean cerca. Además, si tuviese que parecerme a alguien, preferiría que fuese a don Venancio, que sale por las mañanas y vuelve todas las tardes a la misma hora, señal de que tiene un trabajo honrado.

Me lo dice la buena mujer que vive enfrente de él, que el único defecto que tiene es que siempre está con el ojo puesto en la mirilla, pero por lo demás es buena persona, no como su vecina de al lado, que en cuanto su marido está de viaje no para de recibir visitas (masculinas) y luego va por ahí de señora, y no me pregunte usted quien es o dónde vive porque demasiado bien lo sabe. Pero bueno, allá cada cual.

Lo que no se puede soportar son los ruidos de la esteticiene del segundo al poner en marcha todos sus chismes; lo hemos aguantado durante la época estival para que las vecinas pudieran lucir sus piernas yermas y brillantes, y me ha supuesto más de un bolsazo de mi santa al no poder apartar la vista de sus muslos. Nadie es perfecto, señor administrador, pero yo no molesto a nadie, no como el loro ese que hay en la ventana y al que su dueño ha enseñado a hablar y está todo el día llamando gilipollas a todo el que pasa.

Aunque peor es lo del garaje y ese retrasado al que le gusta David Bisbal y no apaga el motor del coche hasta que no termina la canción, acumulándose los gases, que estoy hasta los mismísimos de bulerías bulerías. Por cierto, el vecino que pillamos infraganti robando la gasolina de los coches con una ganzúa y un tubo de plástico como los que se usan en los hospitales para después revenderla en la gasolinera, ahora pasa las horas en la entrada del portal recogiendo la propaganda y haciéndose cargo de las cartas, para ahorrarle el trabajo al cartero, dice, pero es que se lleva hasta las notificaciones de certificados a una empresa de reciclaje de papel.

Se dijo en la última reunión, seguro que lo recuerda, cuando el personaje se disculpó diciendo que ahora ya no estaban los buzones hasta arriba de propaganda. Como seguramente recuerda, me acusaron injustificadamente de quedarme con el dinero de las derramas para adecentar el edificio, y usted sabe perfectamente que si no presenté las facturas fue porque no las pedí para ahorrarle a la casa el IVA y poderle desviar a usted parte de mi comisión, que usted siempre está a la que salta y aquí todos nos conocemos, y yo no me meto en la vida de nadie, y no me importa que a la señora mayor, Teresa, le hayan puenteado la electricidad o haya gente que solo se cambie la ropa interior una vez al mes, porque cada uno en su casa tiene derecho a hacer lo que le venga en gana, y aquí paz y después gloria. 

Por todo lo anterior, pongo en su conocimiento mi decisión irrevocable de no ser el presidente de esta comunidad. Usted sabrá cómo trasladarlo a los demás, porque yo no pienso abrirle la puerta de mi casa a nadie para dar explicaciones o escuchar los dimes y diretes de mis vecinos, y ya todo me importa un pimiento. Así que, tenga usted un buen año nuevo.

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