Opinión

Ganó el fascismo

En el debate de ayer, me llevaban los demonios cuando el Fascista habló de golpe de Estado refiriéndose a la Revolución de Asturias del año 34

Hay que recordar que las huelgas de los trabajadores de Asturias tuvieron lugar tras las segundas elecciones republicanas. En el primer gobierno ganaron las izquierdas y al amparo de la nueva Constitución comenzaron, entre otras, las siguientes reformas: agraria, laicidad del Estado, de la educación para cesar con la influencia religiosa en las escuelas, del Ejército (durante la dictadura de Primo de Rivera se habían ascendido arbitrariamente a muchos militares y había exceso de altos mandos) 

Este primer gobierno republicano rápidamente contó con la oposición de La Iglesia, el ejército y los terratenientes y ya en el año 32 se produjo el primer golpe fallido, la Sanjurjada que, como su propio nombre indica caudilló el General SanJurjo.

En las siguientes elecciones, dos años después, ganaron las derechas, fundamentalmente porque los socialistas de Largo Caballero no sumaron fuerzas a los republicanos de izquierdas, y se paralizaron todas las reformas, se amnistió a SanJurjo, incluso se pretendió abolir la Constitución.

Se produjeron, entonces, las revueltas obreras con más intensidad, como la Revolución de Asturias. Esa a la que Abascal, siguiendo el discurso que últimamente parece estar calando, llama golpe de Estado. Esos que no ven golpes de Estado en el de Franco, ni en el de Sanjurjo, esos que cobijan a los falangistas, cuya función era meter gresca y conspirar desde su fundación en el año 33 y no sacaron ni un solo diputado en las siguientes elecciones, en el año 36, cuando otra vez ganaron las izquierdas republicanas, esta vez con el apoyo del PSOE.

Y entonces España se convirtió en un polvorín, donde eran constantes las huelgas, los ajustes de cuentas, incluso los asesinatos. Porque quienes tienen el poder, como siempre, no van a dejar arrebatárselo. Y la República se vio desbordada, teniendo al ejército, a la Iglesia y a los poderes económicos en su contra. Y corrió como la pólvora el mantra del miedo al comunismo, latente en Europa, aunque en España hubiese un sistema parlamentario, no una dictadura comunista. 

Y, claro, llegaron los salvapatrias, esos que siempre están cuando se les necesita, los que se ponen al frente cuando existe el caos, ese caos que ellos mismos se han ocupado de extender, apoyados por los poderes fácticos y económicos de siempre.

Ayer, Santiago Abascal, ese fascista que solo ve golpe de Estado en la revolución de Asturias, el que quiere dejar la historia para los historiadores cuando le conviene, volvió a quedarse sin réplica. Y hoy, como quizás mañana, se ha querido cambiar la historia. Esa historia que se quiere dejar en las conciencias futuras, la que niega el Holocausto o el Golpe de Estado franquista.

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