Opinión

Encantado de conocerte

Estamos sentados frente a frente. Callo y le miro fijamente a los ojos. Hace tiempo que ha comenzado a largarme una perorata que parece no tener fin. Tengo que estar alerta porque, de vez en cuando, busca en mí un gesto de aprobación. No necesito concentrarme mucho para que alguna parte de mi rostro le convenza de que estoy atento a lo que me dice y se anime a seguir.

Sus palabras suenan a ensoñación, y mis pensamientos hace mucho que ocuparon el primer plano. En su discurso menciona a infinidad de personas. Nombres y más nombres –algunos de ellos deberían serme ya familiares–, y esos nombres dan paso a otros nombres, sin saber cuál es el vínculo entre ellos –¿debería saberlo?–. A veces, me dice “¿recuerdas a…?, ese de quién te hablé, pues ahora resulta…” En un instinto incontrolado hago una mueca que él interpreta con asombro, pero inmediatamente respondo “¡Ah, sí, claro!...dime”; y continúa, sin dar importancia a mi olvido.

El otro día me lo encontré. Estaba acompañado. “Te presento a Raquel” –ahora que lo pienso, no estoy seguro de que se llamase así –, me dijo haciéndome un gesto vivo con los ojos, revelándome un “ya sabes”. La saludé cortésmente, con toda lo efusividad que alguien anodino como yo es capaz de desplegar, mientras le decía “encantado,… (como quiera que se llamase), he oído hablar tan bien de ti que tenía ganas de conocerte”. Algo que, tanto él como ella, agradecieron (doy gran importancia a la cortesía)

Otro día, después del que he referido, estaba yo con Felipe, tomando un café. A Felipe le cuento todo, no tengo ningún secreto. Además, Felipe siempre está atento a mis palabras. Lo sé, porque ni siquiera mira su teléfono. Menciono constantemente su nombre, algo que sé positivamente que le gusta, que a todo el mundo le gusta. Entonces entro él –ya saben, la vida es un pañuelo – y acercándose a mí me dio un prolongado abrazo, apretando fuerte. Cuando terminó, miró fijamente a Felipe. Se hizo un silencio. Entonces él mismo se presentó:

- Hola, soy Roberto –creo que así se llama–, Antonio es el tipo más despistado que conozco, pero somos grandes amigos.

Comentarios