Opinión

La bofetada a toda una sociedad

Aun recuerdo esa sensación inequívoca, que precede a la tragedia. La boca seca, las notas en las manos sudorosas con un “pleno al quince” de suspensos. En esos casos lo que te pide el cuerpo es un severo castigo de tus padres, canjeable según el tamaño del descalabro escolar, por una pequeña bofetada. 

Se impuso la pedagogía moderna, ya en boga y lejos de recibir un castigo al uso me aplicaron un discurso sobre cómo les había decepcionado a ellos que habían depositado tanta fe en mí. 

Toda una bofetada anímica, pues de la otra forma me habría sentido expiado de mis culpas y habría vuelto a lo mío. 

Estoy seguro que todos coincidimos en que no hay dos bofetadas iguales

No se había hablado tanto ni vertido tantos tinteros sobre una bofetada y sus consecuencias desde que un despechado Glenn Ford subió al escenario y cruzó la cara de forma humillante a "Gilda", a Rita Hayworth, icono erótico de aquel Hollywood dorado. Nunca sabremos la repercusión que aquella bofetada habría tenido de haberse producido en una ceremonia pública y no en el celuloide. 

Hasta que años después, un consagrado Will Smith le da una dolorosa y sonora bofetada a un atónito Chris Rock, que pasaba por allí, en una ceremonia que ven millones de personas en directo, abriendo así un debate en la sociedad, que aún colea. 

Will nos cruzó la cara a todos en tiempo real. Dio una bofetada a un presentador, supuestamente para lavar la afrenta a una dama que no se sintió desagraviada por la agresión. 

Porque no fue un bofetón como el de un padre indignado, ni el de un Glenn Ford despechado, ni tampoco el bofetón de Fofó a Miliki. Aquello se acercaba más a una agresión que a una bofetada simbólica. Y claro, una agresión, un puñetazo, es execrable e incluso denunciable, pero no responde a ningún impulso racional. Violencia sin más. 

Por el contrario, una bofetada y más en público, tiene siempre un porqué, justificado o no, y un “recado”. Un bofetada es más humillante que dolorosa porque el mensaje suele ser un reproche moral por una conducta indecorosa y ofensiva y en el bofetón va envuelta la respuesta. Cuando das un puñetazo a alguien, no hay recado ni mensaje entre líneas.  

La supuesta coartada de Will Smith, Jada Pinkett, no sé sintió aliviada por qué su marido lavara la teórica ofensa de Chris Rock. Más al contrario, dejó dicho que ella se sabía defender sola. 

¡¡¡Toma!! Eso sí fue una gran bofetada metafórica a su marido, también en público. 

Le está diciendo que ella como mujer es más que capaz de manejar la supuesta broma de mal gusto. Le está diciendo al mundo, que las mujeres, aún con terreno por conquistar, son más que autosuficientes sin un macho alfa a su lado, desfaciendo entuertos ajenos. 

No sabemos cuál de las dos bofetadas de vuelta que le llegaron a Will Smith le dolió más: Si la de su mujer, o la del juicio paralelo de la sociedad. 

La sociedad americana, siempre ha sido más propensa a perdonar la conducta indecorosa, que la mentira al pueblo americano. El hecho de que Marilyn saliera a menudo por la puerta trasera de la Casa Blanca no restó jamás un ápice de héroe al asesinado John F. Kennedy. 

Para algunos, a partir de ahora y por injusto que suene, siempre habrá dos Will Smith: El que de dejó llevar por la ira y por un falso sentido de la justicia ajena, y el de antes, ese tipo tan simpático de sonrisa generosa, que podía ser el vecino de al lado. 

Yo en la duda, me quedo con las bofetadas que le daba nuestro querido Fofó a Miliki. 

¡¡¡Esas sí que sonaban y mucho!!

Pero no dolían ni ofendían....

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