Opinión

España ya juega en la 'Champions' del orden mundial

Imagen tercer mundo: Oxfam Intermón
photo_camera Imagen tercer mundo: Oxfam Intermón
Solemos reunirnos un par de veces por semana sin más objeto que el de compartir nuestra forma de ver el mundo. Sin nada en el orden del día. Ese martes, llevábamos ya un buen rato de tertulia. Habíamos coincidido ese día un brasileño, dos argentinos, y el resto, unos cinco o seis, éramos de suelo patrio. Marcelo pidió enseguida la palabra. Arrancó diciendo en un español algo roto, que él había venido de Brasil a vivir a España, porque quería vivir en un país del primer mundo. 
 
Su comentario fue un vuelo directo a mi infancia. Recuerdo aquella famosa frase que utilizaban nuestro padres para que no dejáramos una miga de comida en el plato. Ellos, testigos mudos de la hambruna nos decían ¿No te lo vas a comer cuando en Biafra, los niños se mueren de hambre?

La frase era un dardo directo a mi incipiente conciencia social. Te entraba tal culpa, al oír a tus mayores, que dibujabas en tu mente a un negrito famélico y entonces sí te entraba el resto del plato.  

Hoy no hace falta cruzar continentes para que te asalte el pepito grillo social. 

Basta con que uno se dé una vuelta por los soportales de muchos barrios de Madrid, o por un albergue social, para ver un trocito del cuarto inframundo, en forma de personas de edad indefinida, frágiles, viviendo a la intemperie, desprovistos de alimento, calor humano y dignidad. 

Los países tercermundistas han pasado a llamarse, como concesión al eufemismo paternalista, países en vías de desarrollo, aunque ignoramos qué es lo que tienen que desarrollar...

El tercer mundo está a veces a la salida del portal de casa. 

Con los años, España, instalada ya en la democracia, con un PIB respetable, una sanidad universal y una educación gratuita y sin adocenar, empezó a remontar puestos hasta "ascender" a la cabeza de la élite mundial. Nuestros dirigentes tienen mesa y mantel en los grandes saraos internacionales, a pesar de que ninguno de nuestros políticos está ducho en inglés y buscan siempre la esquina en las pausas, como el empollón que no salía al recreo por no socializar. 

Parece ser que los que deciden quiénes entran en cada "división", unos señores de Bruselas que no han ido a una fiesta en su vida, han incluido en el bombo del tercer mundo a países tan prósperos y con tanta riqueza natural como Perú, Argentina y el Brasil de nuestro tertuliano Marcelo. 

El hecho de que Argentina, país rico en todo tipo de materias primas, que ha luchado décadas por sacudirse a Pinochet y Brasil con más de 237 millones de personas, con un Lulo Da Silva como garantía democrática no asciendan a primera división de la Champions de los países, atenta contra toda lógica. 

Cuando empiezo a procesar esto último, me entero de que en la categoría de oro, compartimos cartel entre los países del primer mundo con  compañeros de viaje como Libia, Polonia y Argelia, países todos ellos con gran tradición democrática, seguridad en las calles y sin asomo de brecha social….

Quizás haya que cambiar a los señores de negro que dictan los criterios. O quizás deberíamos cambiar directamente los criterios fijados para pertenecer a uno u otro club.No sería una tontería dar más importancia a la educación a la hora de escalar puestos, pues un país sin cultura y con el sistema de educación manipulado por los gobiernos regionales es caldo de cultivo de extremismos, radicalismos, nacionalismos y otros ismos, todo ellos muy lejos del progreso que cabe esperar de un país “5 Jotas”.

Puede que sea cuestión de añadir criterios aleatorios, tales como los mundiales que haya ganado, los museos por cada 100.000 habitantes o la variedad gastronómica del país. 

Ayer leía en la prensa que aún hay algunos pueblos españoles en los que no hay un bar. En la España rural el bar es ese sitio al que vas para no oír el eco de tu voz en tu casa, ese en el que se reúnen además de las fuerzas vivas del pueblo, todos los que tienen algo que contar o desea que les cuenten. Es el club social, al tiempo que ambulatorio médico y gabinete de terapia del pueblo. Un país de Champions no puede tener pueblos huérfano de su bar. 

Lo más sensato, me digo a mí mismo, es no tomarse los indicadores en serio y aferrarnos al humor. Decía el gran Luis Piedrahita que hay dos tipos de países: aquellos en los que hay más zapatos que pies y los otros en los que hay más pies que zapatos. 

Contemos pies y zapatos....pongamos bares en los pueblos y demos una gran alegría a mi amigo Marcelo.

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