No se ha hablado de otra cosa este fin de semana. El Festival Coachella ha acaparado las miradas de medio planeta con tres noches consecutivas llenas de música. La primera, protagonizada por Bad Bunny, la segunda por Rosalía y la tercera y última con Frank Ocean como artista principal. Ha sido el Coachella más latino y españolizado de la historia.
La artista catalana regresaba a uno de los festivales más importantes del planeta convertida en artista principal cuatro años después de haber debutado en el mismo escenario pero desde un lugar secundario. Fue en 2019 y además de llevar a cabo su show de El Mal Querer salió con J Balvin a cantar Con Altura.
Rosalía llevó a cabo el espectáculo más espectacular de su carrera. Lo hizo acompañada de 40 bailarines, un show nada intimista con el que se metió al público en el bolsillo. Arrancó con Saoko, versionó a Enrique Iglesias, invitó a Rauw Alejandro y terminó por los suelos tras un final apoteósito con Cuuuute.
Sin embargo, aunque a los ojos del espectador parecía que para Rosalía todo era coser y cantar, nada más lejos de la realidad. La cante se subió al escenario de Indio (California) con gripe, un malestar que no impidió que derrochase talento y poderío sobre el escenario.
"Coachella no fue facil cantando con gripe pero sobrevivimossssssssss", ha confesado la propia cantante en su cuenta secundaria de Instagram, donde ha mostrado su agradecimiento y admiración al equipo que la acompaña en las giras.
La cantante además acució problemas con su vestuario. Una bata rosada con flecos que se le enganchaba todo el rato y con la cual tuvo que "hacer malabares en el escenario" para poder actuar cómodamente.
