El rey Carlos III ha solicitado al Parlamento el nombramiento de sus hermanos, la princesa Ana y el príncipe Eduardo, como consejeros de Estado para que puedan sustituirle en el cumplimiento de algunas funciones del monarca británico cuando no pueda ejercerlas. Evita mediante esta modificación la necesidad de cesar en ese rol a su hijo Enrique y a su hermano Andrés.
Los actuales consejeros de Estado son su esposa, Camila, reina consorte, y los cuatro miembros de la familia real que encabezan el orden de sucesión mayores de 21 años, es decir, Guillermo, príncipe de Gales y primogénito de Carlos III y la fallecida princesa Diana; Enrique, duque de Sussex y el menor de los hijos del monarca; Andrés, duque de York, y su hija Beatriz. Andrés fue retirado de la vida pública por sus escabrosas relaciones con Jeffrey Epstein mientras Enrique vive en Estados Unidos con su cónyuge, Meghan Markle.
Los consejeros de Estado pueden sustituir al rey en la ceremonia de inauguración del año parlamentario, firmar documentos, recibir a embajadores acreditados o representarlo en las reuniones del Consejo Privado, en las que primeros ministros, exministros del Gobierno, líderes de la oposición y arzobispos se reúnen con el monarca para finalizar formalmente el trámite de la aprobación de la leyes.
La Cámara de los Lores, donde se leyó este lunes una carta de Carlos III pidiendo el nombramiento de Ana y Eduardo, tenía previsto aprobarlo ayer martes. En la Cámara de los Comunes se introducirá un proyecto de ley para enmendar las leyes de Regencia que regulan las funciones del monarca. También se espera que en esta cámara haya unanimidad.
Los consejeros actúan cuando el soberano se encuentra de viaje en un país extranjero, o está indispuesto y no puede ejercer sus funciones. La ampliación de sus miembros es una hábil manera de evitar protestas si los dos miembros de la familia más impopulares, Enrique y Andrés, de quienes solo un 32% y un 5% de la población tiene una impresión positiva, representasen a la corona.
