El ciberbullying se está convirtiendo en un problema de gran magnitud que, a pesar de conocer su origen, está siendo cada vez más complicado controlarlo, sobre todo cuando ya está bastante avanzado, pero todavía podemos poner de nuestra parte para proteger a los pequeños y no tan pequeños.
Los adolescentes utilizan de manera asidua las redes sociales, es parte de su comportamiento diario, es su forma de comunicarse con amigos, con familiares, o compartir sus pensamientos con personas con las mantienen los mismos intereses, en aplicaciones como Twitter o Instagram. Es ahí donde comienzan la mayoría de los abusadores, amparándose en la protección de cuentas anónimas y comentarios hirientes que se disfrazan de bromas.
Según un estudio realizado por Red17.com, se ha demostrado que cuantas más aplicaciones y plataformas de redes sociales utilice un adolescente, más probabilidades tiene de sufrir ciberacoso, o incluso también de convertirse en un ciberacosador. Por ello, es importante que tanto padres como educadores en los centros escolares y de estudios superiores estén al tanto de cómo utilizan los menores las redes sociales, y ayudarlos a entender los peligros de las mismas.
Además, algunos centros ya están implementando programas de educación con los cuales los estudiantes son capaces de aprender e identificar las diferentes formas de ciberacoso que pueden surgir en redes sociales y, lo más importante, cómo denunciarlas para que cesen. Estos centros han asegurado estar teniendo muy buenos resultados en los comportamientos de los jóvenes.
Con mayor control en las aulas por parte de profesores, e incluso de los propios alumnos, que tienen un papel secundario como vigilantes, o bien como propios cómplices al estar presenciando una situación de acoso escolar, los acosadores han trasladado sus acciones al mundo de internet, donde se ven más protegidos y donde es a veces más complicado captar sus acciones en tiempo real.
Es por eso que se están poniendo en marcha cursos de educación y prevención del ciberacoso también para profesores y docentes, que sean capaces de no sólo estar presentes en redes sociales junto a sus alumnos de manera continua y efectiva, si no también que puedan reconocer los comentarios, indirectas, e insultos disfrazados de "bromas" que puedan llegar a ser un peligro para otros alumnos.
El ciberacoso es incluso más peligroso que el acoso físico, pues no deja lesiones en el cuerpo, si no en la mente de aquellos que lo padecen. Muchos jóvenes que admiten haber sufrido bullying cibernético suelen acabar con secuelas psicológicas fuertes, ansiedad, depresión, e incluso varios se deciden a tomar el camino más trágico para acabar con su sufrimiento.
