La "vacuna inversa" que se está investigando para las enfermedades autoinmunes

Investigan vacunas inversas para las enfermedades autoinmunes
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Se estima que las enfermedades autoinmunes afectan a entre un 3 y un 5% de las población mundial, lo que significa que sólo en España hay entre un millón y medio y dos millones de pacientes con estas patologías.

Se trata de un grupo de enfermedades especialmente complejo de abordar, teniendo en cuenta que en ellas es el propio organismo el que reacciona contra sí mismo sin que se produzca una invasión externa como sucede en las enfermedades infecciosas.

Por ello, la búsqueda de estrategias para combatir este tipo de afecciones es un importante objetivo de la investigación en medicina desde hace muchos años, y gracias a ello en tiempos recientes los científicos están dando con varias técnicas nuevas muy prometedoras. Una de ellas es la 'vacuna inversa'.

Normalmente, una vacuna consiste en la inyección de un suero que, por diferentes medios en función del objetivo, induce precisamente una respuesta inmune contra una sustancia (llamada técnicamente antígeno) concreta.

Tradicionalmente, esta técnica ha sido de vital importancia en la lucha contra infecciones, y recientemente se han comenzado a desarrollar vacunas contra otras clases de patologías como el cáncer o incluso trastornos de adicción. 

Con todo, en el caso de las enfermedades autoinmunes el objetivo es justamente el contrario: inhibir una respuesta inmune que resulta excesiva o inadecuada, y por ello dañina.

Es por ello que, desde hace más de una década, los investigadores buscan desarrollar las llamadas 'vacunas inversas': sueros que, en lugar de inducir una respuesta inmune frente a un antígeno, la reduzcan o la eliminen.

Ahora, un grupo de científicos ha publicado en el medio académico Nature Biomedical Engineering un artículo que describe una de las primeras pruebas exitosas de un suero de estas características.

Se trata de un experimento llevado a cabo sobre modelos murinos (ratones) con una forma de encefalitis autoinmune inducida que se considera equivalente a la esclerosis múltiple humana.

En esta condición, las células del sistema inmune atacan la mielina, una sustancia que recubre las fibras nerviosas, impidiendo que estas últimas transmitan la información correctamente y causando un amplio abanico de síntomas neurológicos y motores.

Tal y como describe el artículo, lo que hicieron los autores fue tomar la mielina como antígeno (autoantígeno, teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad autoinmune y modificarla químicamente) y modificarlo químicamente, de manera que al inyectarlo en el receptor esa 'edición' molecular funcione como una marca de 'no ataque' para el sistema inmune.

Un efecto similar se logró con un modelo de simios infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, similar al VIH humano) y posteriormente vacunados.

En este caso, lo que se buscaba era detener la respuesta inmune inducida por la vacuna, demostrando así que es posible utilizar 'vacunas inversas' para frenar reacciones inmunes ya iniciadas frente a la presencia de antígenos o autoantígenos.

Esta clase de terapias todavía está en fases experimentales. No obstante, ofrecen una importante promesa frente a los tratamientos actuales a base de medicación inmunosupresora: de resultar eficaces, estos sueros bloquearían sólo las acciones dañinas del sistema inmunológico y no las que protegen a los pacientes frente a otras amenazas. 

Igualmente, estas vacunas tendrían una importante limitación: debido a su naturaleza tan precisa, para poder elaborarlas es preciso conocer el autoantígeno concreto que es el objeto de la reacción inmune anómala en el caso específico de cada enfermedad, lo que no siempre es el caso.

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