El Hospital Ramón y Cajal, líder nacional en micropigmentación mamaria

La Unidad de Micropigmentación del Hospital Universitario Ramón y Cajal, integrada en el Servicio de Cirugía Plástica, ya ha tratado a 2.000 pacientes, convirtiéndose en el centro español con más personas tratadas en este especialidad.

La micropigmentación de areola y pezón consiste en un tatuaje que, a diferencia de los habituales, se hace en la piel a menor profundidad y usando una pomada anestésica. En él se emplean tonos marrones y rojizos que imitan el color de las areolas y buscan un resultado armónico con la piel de la paciente.

El Hospital Ramón y Cajal es el centro español con más experiencia en esta técnica, que es la que ofrece al paciente con cáncer de mama el mejor tratamiento que hoy en día puede recibir. Desde la creación de esta unidad en 2010, el hospital ha sido referencia de micropigmentación mamaria para gran parte de los centros de la Comunidad de Madrid como el Hospital Universitario de Getafe, el Hospital Universitario Doce de Octubre, el Hospital Universitario La Paz, el Hospital Universitario Clínico y el Hospital La Zarzuela.

La idea de su creación partió de la necesidad de atender al creciente número de pacientes sometidas a reconstrucción mamaria como consecuencia de haber padecido un cáncer de mama. Dichas pacientes son reconstruidas cada vez con más frecuencia, bien durante la intervención de mastectomía, bien con posterioridad. En ambos casos, el proceso de reconstrucción finaliza con la creación de un nuevo pezón y areola con el consiguiente beneficio -sobre todo psicológico- para la paciente.

Referencia a nivel nacional

La formación del personal de Enfermería ha sido clave para su exitoso funcionamiento. La Unidad está compuesta por dos enfermeras especialistas, que llevan a cabo el proceso de la micropigmentación, así como la organización y la gestión de la misma. El proceso consta de una primera cita en la que la paciente, previamente evaluada por el cirujano plástico, llega a la consulta, y se lleva a cabo una valoración por la enfermera y una prueba de sensibilidad a los pigmentos y se explica, al tiempo que se cumplimenta, el consentimiento informado.

En una segunda cita, al mes, se selecciona el color, así como el diseño y la técnica. Finaliza ofreciendo a la paciente una serie de recomendaciones al alta y es a los 6 meses cuando se lleva a cabo una tercera cita, con el fin de ver el resultado y valorar posibles retoques de la pigmentación.

Mejorar la autoestima de las pacientes

La micropigmentación es menos invasiva que los tatuajes tradicionales, porque se realiza sobre la epidermis, la capa más superficial de la piel –unos 0,5 milímetros, frente a los 1-2 en los que trabajan los tatuadores, ya en la dermis-. Por otro lado, los pigmentos utilizados son muy diferentes.

Frente a las tintas de los tatuajes tradicionales, en la micropigmentación se emplean pigmentos inorgánicos de colores terciarios muy semejantes a los de la piel, que si bien pueden perder algo de intensidad con el tiempo, también se rediseñan con más facilidad llegado el caso. Además, los colores nunca viran hacia tonos indeseados, como sí ocurre a menudo con los tatuajes.

La superficie sobre la que se realiza el procedimiento también es diferente: las enfermeras trabajan sobre pieles patológicas, radiadas, con cicatrices y que, a menudo, recubren prótesis. Superficies todas ellas sobre las que no se debe realizar un tatuaje convencional. La paciente que va a ser micropigmentada se somete previamente a una prueba de tolerancia y después al necesario seguimiento sanitario. El objetivo de la micropigmentación no es decorativo ni artístico, sino corrector y tiene como objetivo mitigar la sensación de pérdida de la paciente y mejorar su autoestima.

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