Este mes, la actriz Jennette McCurdy, publicaba su libro titulado 'Me alegro de que haya muerto mi madre'. El libro rápidamente ha arrasado en las librerías, contando los detalles de su complicada infancia como niña actriz en 'iCarly', mientras tenía que aguantar con su madre abusiva, un jefe que la coartaba y un sinfín de presiones que un niño de su edad no está preparado para soportar.
Tristemente estamos muy acostumbrados a escuchar las historias de niños actores que sufren diferentes formas de violencia, explotación y crueldad infantil. Parece que viene siendo la tónica general dentro de Hollywood desde hace años. Las revelaciones de este libro han pillado a muchos por sorpresa, a pesar de que dejaba bastante claro por el título de lo que iba a tratar.
Ya no solo el abuso físico, emocional y sexual al que estaba sometida a través de su madre, si no también el hecho de que todos los que trabajaban en Nickelodeon en ese entonces eran más que conscientes del abuso que sufría, pero nadie hacía nada. McCurdy habla del momento en que Nickelodeon le ofreció un regalo "de agradecimiento" de 300.000 dólares bajo la condición de que no hablase sobre su experiencia en el estudio, un regalo que rechazó.
Parece de chiste que se acepte que niños de esa edad tengan trabajos a tiempo completo como si fueran adultos normales. Durante más de un siglo, la industria del cine y el entretenimiento se ha aprovechado de niños para conseguir más ganancias, tanto artísticas como comerciales. Estamos demasiado acostumbrados ya a las tétricas historias de niños actores que "se torcieron", convirtiéndose en objeto de noticia "Mira cómo ha envejecido este niño actor, mira el aspecto que tiene ahora".
Otros ejemplos más claros son los constantes comentarios que ha recibido Millie Bobby Brown (Stranger Things) sobre su elección de ropa, cuestionada por gente que tiene la edad de sus padres, cómo se criticó el cuerpo de Billie Eilish o cómo Olivia Rodrigo ha estado en el punto de mira de adultos que la señalaban como "fuente de inspiración" para diferentes obras musicales.
Las leyes han cambiado para proteger a los niños actores pero el sistema legal sigue estando muy por detrás de lo que se necesita en el momento y por cómo evoluciona la industria del entretenimiento y el cine. Los niños pueden trabajar solo un número de horas al día, y deben tener en el set a sus tutores legales que se aseguren que se continúa con su educación.
Esto, sin embargo, no abarca el mundo de internet, promociones en Instagram o los canales de Youtube, dos plataformas donde proliferan cada vez más los niños actores. La limitación de horas de trabajo no incluye tampoco eventos y promociones fuera de casa, donde los niños son llevados de lado a lado, firmando autógrafos de más de 100 dólares y haciéndose decenas de fotos con fans.
Millie Bobby Brown, que debutó en el cine siendo literalmente una niña, rompió a llorar pidiendo perdón por haber cancelado sus citas y ofertas de trabajo. La actriz también cuenta con su propia línea de tratamiento facial y colaboraciones como imagen de Louis Vuitton, algo que tampoco entra dentro de esta ley de protección del menor. Y ya no hablamos de cómo las familias aprovechan y explotan la imagen de los niños en Youtube, despojándolos completamente de su derecho a la imagen y a la privacidad.
No todo el mundo está preparado para aguantar la presión de la fama, y es sorprendente ver cómo se espera que los niños sean inmunes a los ataques que precede ese mundo. La historia de Jennette McCurdy es otor gran ejemplo de algo que ya sabíamos, pero que se sigue ignorando por algún motivo. La ley va muy por detrás de una industria que está en constante avance y cambio, y tampoco parece tener interés en querer alcanzarla.