Los principales eventos astronómicos en el cielo del mes de julio

El mes de julio comienza con muchas novedades para los fans del cielo nocturno y sus particulares fenómenos
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El mes de julio nos invita a disfrutar de una escapada al campo. Aunque carece de eventos estelares de renombre, como los asombrosos eclipses de abril, mayo y octubre, las mágicas conjunciones planetarias de marzo, o la deslumbrante lluvia de estrellas de agosto, aún podemos deleitarnos con el simple pero cautivador espectáculo del cielo estrellado y sus innumerables astros.

Este mes, un fenómeno pasa desapercibido para muchos, pero es un testimonio más de la complejidad y el interés de nuestro universo. A principios de julio, la Tierra pasará por el punto más alejado de su órbita alrededor del Sol para este año 2023. Este punto se conoce como el afelio y la Tierra lo alcanzará el 6 de julio, situándose a una distancia de 152 093 322 kilómetros.

Esta distancia es “apenas” 5 millones de kilómetros superior al punto más cercano al Sol de la órbita terrestre, el perihelio. Esta pequeña diferencia entre los puntos más lejano y más cercano proviene del hecho de que la órbita terrestre es muy poco elíptica, a diferencia de la órbita de otros planetas como Mercurio, Marte o Plutón, que tienen órbitas más achatadas.

Esta pequeña diferencia también tiene como consecuencia que apenas podamos notar esta diferencia en la distancia y que no haya sido hasta el siglo XX cuando hemos podido medir sus efectos sobre la Tierra. Efectos como el hecho de que durante esta época la Tierra reciba aproximadamente un 6 % menos de radiación que en el punto más cercano. Esta diferencia, aunque es medible, no contribuye significativamente a nuestro clima y de hecho en el hemisferio norte sigue siendo verano y sigue haciendo calor a pesar de estar más alejados del Sol.

Casi en sintonía con el afelio, alcanzaremos el apogeo lunar de este mes con la llegada de la luna llena el 3 de julio, poco después del medio día (lo que significa que no podremos verla hasta que salga sobre la hora del atardecer). Su brillo irá menguando hasta la luna nueva del 17 de julio. Esta luna llena no será una de esas conocidas como superlunas, que tan a menudo acaparan los titulares de los medios digitales en la actualidad.

La superluna ocurre cuando el momento de máximo esplendor lunar (la luna llena) coincide con su máximo acercamiento a la Tierra (el perigeo, la palabra es similar a la mencionada antes para el Sol, perihelio, pero cambiando el sufijo “helio” por “geo”). Esto nos regala, cuando ocurre, una luna llena ligeramente más grande que cuando estos dos eventos no coinciden, aunque la diferencia suele ser sutil y cuesta percibirla a simple vista.

Tal vez sea tarea de aquellos de nosotros que nos dedicamos a difundir el conocimiento astronómico y redactar los titulares, situar las expectativas del espectador en el lugar adecuado: será una luna llena de gran magnitud, sí, pero nada fuera de lo común ni épico.

Aunque no tan vistosas como la conjunción de marzo entre Venus y Júpiter, este mes podremos disfrutar de un par de acercamientos interesantes entre astros del firmamento. Por un lado tendremos una conjunción entre Venus y Marte, que aunque tendrá la desventaja de que estos planetas no llegarán a acercarse mucho, sí permanecerán en esa posición durante algo más de una semana. Los podremos ver a principios de julio, justo después del atardecer en dirección oeste, en la misma en la que se acabe de poner el Sol.

Otro acercamiento significativo de este mes será el de la Luna y Júpiter, que aunque no podremos disfrutarlo desde España en su momento de máximo acercamiento, al anochecer del día 11 de julio, sí podremos verlos muy próximos cuando salgan tras el horizonte alrededor de las 2:00 de la noche del día 12.

Mientras nos adentramos en este mes, un elenco de astros va dejándose ver por la bóveda celeste. Las constelaciones veraniegas se alzarán poco a poco sobre el horizonte. La Lira, el Cisne y el Águila, gobernadas por las estrellas Vega, Deneb y Altair respectivamente, conforman el renombrado Triángulo de Verano. Esta estructura sin embargo no es una constelación, sino un asterismo, que consiste en un grupo de estrellas que se unen en el cielo para formar un patrón reconocible, una especie de constelación no oficial. Hay que destacar que las constelaciones son regiones bien definidas y reconocidas oficialmente por las autoridades astronómicas. No cualquiera puede crear una constelación, pero cualquier soñador del cielo puede desentrañar un asterismo en su propia mente.

Pero eso no es todo. Otras constelaciones, que pueden verse en el cielo durante todo el año, se muestran ante nosotros con facilidad en este periodo estival, gracias a las bondades del clima. Las Osas Mayor y Menor, Casiopea, Cefeo y el Dragón emergen en la bóveda celeste, invitándonos a una danza cósmica. Escorpio, con su estrella roja y resplandeciente, Antares, y sus tres estrellas que parecen formar un tridente celestial. No podemos olvidar a Sagitario, con su peculiar forma de tetera. Hacia esa dirección descubrirás el epicentro galáctico.

Ahí, si la contaminación lumínica te lo permite, te maravillarás ante la majestuosidad de una concentración estelar sin igual: la Vía Láctea. Pero ten en cuenta que a simple vista no lograrás contemplar el agujero negro supermasivo Sagitario A*, ubicado a 27,000 años luz de distancia, no porque esté demasiado lejos, sino porque permanece oculto tras grandes y densas nubes de gas y polvo.

 

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