Desde que en 2015 se aprobara la Agenda 2030 durante la Cumbre Mundial del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los 193 Estados firmantes siguen trabajando para conseguir avances en temas tan importantes como la sostenibilidad de los recursos y la protección del medio ambiente. Un plan ambicioso que forma parte de los objetivos (ODS) para alcanzar el bienestar en un planeta justo y solidario para todos.
Un modelo que trasciende lo teórico
El modelo propuesto por la ONU se materializa en avances reales, más allá de redacciones de tratados que engrosen repisas, imposibles de llevar a la práctica. Una práctica que incide de manera directa en el mundo de la hostelería y en la normativa bares, cuya gran mayoría ya apuestan por los productos ecológicos a la hora de fabricar sus envases.
Los objetivos se plantean en retos que son afrontables, asumibles y, que, aunque no con poco esfuerzo, comprometen, no solo a nuestra generación, sino a la futura, a preservar el planeta y a asegurar la continuidad de los tres pilares fundamentales de su funcionamiento en convivencia con el ser humano: la economía, la sociedad y el medioambiente.
La reducción del plástico: la prohibición de su uso indiscriminado
Concienciar el uso actual e indiscriminado del plástico e informar al ciudadano de los métodos existentes para la reducción de su uso es una de las apuestas fundamentales de la Agenda 2030.
Muchas empresas se han dedicado a la fabricación de envoltorios reutilizables e innovadores y gobiernos autonómicos preparan iniciativas de leyes con el fin de prohibir la producción de envases no compostables y de un solo uso, como el Gobierno Catalán).
La lucha contra el desperdicio
Es otra de las grandes propuestas del Gobierno para el próximo 2023, mediante una ley pionera contra el desperdicio y que fomenta las buenas prácticas en relación con los alimentos en todas las fases de la cadena alimentaria: desde los productores primarios pasando por vendedores, bares, restaurantes o comercios, hasta el consumidor final. Así, se configura una ley cercana, práctica y asumible por todos, que aboga por la lucha por el desperdicio.
La donación es otro de los puntos fuertes: el excedente de los supermercados se podrá donar a entidades de iniciativa social, entidades sin ánimo de lucro o bancos de alimentos, mediante la firma de acuerdos entre estos y los establecimientos.
Y en todo caso, si no son aptos para el consumo, los alimentos podrán pasar a ser productos para otras industrias, para obtener compost o biocombustibles.
Otras medidas
Entre otras propuestas, también se ha puesto en marcha en algunos países, entre ellos España, el plan de ahorro energético, y que consiste en un paquete de medidas diseñado para ahorrar electricidad tanto en espacios públicos como en privados, sobre todo en los sectores del comercio y la hostelería. El horario de iluminación y los máximos y mínimos de temperatura de aire acondicionado son objeto de regulación (no exenta de polémica) en pro de reducir el gasto eléctrico a lo largo del territorio nacional.
Utópico o no, lo que queda claro es que los países firmantes del Acuerdo siguen luchando por que el objetivo de la Agenda 2030 se materialice en una normativa que abogue por la practicidad, que no se pierda en la teoría y que ponga remedio al impacto del ser humano en el medio ambiente. Seguiremos sumando.