Cómo solicitar el concurso de acreedores de manera rápida y legal

Las crisis económicas de las que hemos sido testigos durante los últimos años y seguimos contemplando en los tiempos que corren, han puesto contra las cuerdas la solvencia de millones de personas y negocios. Caer en una situación de bancarrota se ha convertido, por desgracia, en algo relativamente común entre determinadas empresas. Sin embargo, antes de que esto afecte a la integridad personal de los directivos, existen ciertos resquicios de esperanza soportados en el derecho. Este es el caso del concurso de acreedores, destinado a resolver las situaciones de insolvencia y el pago de las deudas pendientes.

En qué consiste el concurso de acreedores

Caer en una situación de insolvencia es un momento de crisis sin igual, afectando no solo al tejido empresarial, sino también a la vida personal de millones de individuos por todo el país. Ante tal realidad, tenemos a nuestro alcance el conocido concurso de acreedores, un procedimiento del derecho mercantil que se basa en la supervisión judicial mientras una compañía insolvente se reorganiza o, en su defecto, se liquida. Por eso, estamos ante el medio más destacado para solventar dicho tipo de insolvencia, asegurando que las autoridades judiciales mantienen en todo momento el bienestar de los implicados.

Este procedimiento se desarrolla en seis secciones diferentes. La primera es la declaración del concurso en cuestión. Acto seguido comienza la administración concursal, en la que se determinan quiénes son los implicados en dicho concurso. La tercera sección comprende la determinación de la masa activa y las consecuentes ejecuciones de las acciones de reintegración y reducción de las deudas. Después se pasa a la determinación de la masa pasiva, clasificando el pago a los acreedores. La quinta sección es el convenio y la liquidación; mientras que la sexta y última, es la calificación del concurso.

Como ves, todo esto está plagado de términos legales, lo que obliga a las empresas a recurrir a los mejores especialistas del sector. De este modo, garantizamos que cada una de las fases de concurso, siendo estas, la fase común (emisión del informe del concurso y posteriores negociaciones), la de convenio (acuerdos alcanzados) y la de liquidación (si no hay convenido), se llevan a cabo de la manera correcta. Hay mucho en juego durante un concurso de acreedores y se antoja esencial saber en quién confiar. Unos bufetes especializados que nos darán la mano para acompañarnos en todo momento.

Cómo poner en marcha los trámites

Antes de hablar de quién puede poner en marcha este procedimiento y cómo se debe realizar, conviene conocer los diferentes tipos de concurso de acreedores. Diferenciarlos te permitirá empezar con buen pie, averiguando la situación exacta en la que se encuentra tu negocio. En este sentido encontramos el concurso ordinario, el más común; el de especial trascendencia, cuando hay una institución pública implicada; y el breve, que reduce a la mitad todos los plazos. Por eso, lo más probable es que te encuentres dentro del tipo ordinario.

Ahora sí, para iniciar los trámites del concurso de acreedores, hay cinco figuras diferentes que pueden llegar a solicitar la declaración. Estos son los deudores, los acreedores, los socios ilimitadamente responsables de las deudas sociales, los herederos del deudor y los administradores de la herencia. Con independencia del patrimonio de la compañía, cualquiera de estas figuras puede recurrir a la Ley Concursal y dar pie a este procedimiento, si así lo desea. En cuanto al objeto del concurso, en todos los casos será el deudor, bien sea una persona natural o jurídica.

En relación con los plazos, el deudor tiene un margen de dos meses desde que se hace pública su insolvencia, para solicitar el concurso de acreedores. Estamos ante la posibilidad de un nuevo punto de partida y evitar que el marco económico condicione nuestra vida a largo plazo. Por eso, es necesario ponerse en manos de los mejores bufetes de abogados, y saber que desde el primer momento, se están llevando a cabo los trámites adecuados para hacernos renacer de nuestras propias cenizas.

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