Era un partido entre equipos de la zona noble, y ambos demostraron el porqué. En una mañana fría pero soleada en el Fernando Torres pudimos ver un buen espectáculo de fútbol en el que ambos equipos supieron y pudieron mostrar sus mejores virtudes. En entretenimiento, puede ser el mejor rato que hayamos visto en este campo.
Se presentó el Fuenla, el bueno. El que se planta con perfección táctica sobre el campo. El que no escatima una gota de sudor y esfuerzo para llegar a cualquier corte, a cualquier presión. El que recupera balones como si no costara nada. Se presentó también el Huesca, el que mueve el balón como nadie. El que crea peligro en dos toques. El que, a través de Mikel Rico y Mosquera, organiza una jugada de peligro donde sólo había oscuridad.
En definitiva, dos equipos que quieren y pueden dar buen espectáculo y rendimiento. Si hay un pero que ponerle a lo que vimos, quizá sea la forma de defender los balones por alto que practicó el Huesca atrás. Llegó el gol del Fuenla en el primer saque de esquina que tuvo, con Glauder de cabeza rematando solo. Llegaron varios centros más que casi rematan los atacantes del Fuenla. Salvo eso, prácticamente todo en este encuentro era positivo y ayudaba al espectáculo.
La pregunta que estaba en el aire era: ¿cuánto durará la gasolina en la segunda mitad? Era muy difícil, casi imposible, repetir todo el esfuerzo, la intensidad y la calidad de los dos equipos. Y, sin embargo, ocurrió. Por cosas mágicas del fútbol, la segunda mitad fue aún mejor porque hubo tormenta de goles. Cuarenta y nueve minutos de puro derroche y sin pizarras, con mucho alma y corazón y casi ninguna cabeza.
El Huesca siguió siendo ese equipo kamikaze que va a por todas y se juega todo a una carta, matar o morir. Todos juntos, hacia la victoria o al precipicio. No le salió bien, pero merece reconocimiento y alabanzas. Si vas con todo, te pueden pillar a la contra, pero asumes el riesgo. Mejor morir valiente que vivir amarrategui.
Por parte del Fuenla, ni rastro de la condición de recién ascendido. Aceptó el cuerpo a cuerpo desde el principio, no escatimó esfuerzos y desplegó además un buen juego por momentos. Aguerrido e inteligente, atento como los tiburones cada vez que olía a sangre. Era el Fuenla que justifica su posición.
Cayeron los goles, uno detrás de otro. El 2-0 del Fuenla, una buena jugada por banda que culmina en un centro rematado por Oriol Riera (o Josué en propia). Instantes después, contestaba el Huesca por medio de Cristo en un córner. Veinte minutos más tarde, y tras muchas idas y venidas de lo más divertidas y tensas, llegó el tercero del Fuenla con una gran pared de Randy a José Fran, que definió casi a placer. Y a los tres minutos, vuelve a marcar el Huesca, otra vez Cristo.
El público, claro, terminó ovacionando a los dos equipos. A una S.D. Huesca que dio absolutamente todo, sin importar los riesgos. Y a un Fuenla que devuelve cada gramo de ilusión que deposita el aficionado en él, y lo convierte en esfuerzo y resultados. El C.F. Fuenlabrada se pone segundo (a la espera de toda la jornada), pero se pone a mil revoluciones. Otro grande que muerde el polvo, y otro partido que recordar. El fútbol, a veces, mola mucho.
ONCE DEL C.F. FUENLABRADA: Biel, Iribas, David Prieto, Juanma, Glauder; Cristóbal, Vallejo (Ciss 87'), Hugo Fraile, José Fran; Randy (José León 83'), Oriol Riera (Jeisson 63')
ONCE DE LA S.D. HUESCA: Yáñez, Miguelón, José Sa, Datkovic (Escriche 61'), Luisinho; Mosquera, Mikel Rico (Eugeni 72'), Juan Carlos; Raba (Cristo 33'), Ferreiro, Okazaki
GOLES: 1-0 Glauder, min.12; 2-0 Josué p.p., min.53; 2-1 Cristo, min.55; 3-1 José Fran, min.74; 3-2 Cristo, min.77
