De la excelencia al esperpento

El Real Madrid perdió él solo un partido que dominaba 0-2 y jugando bien. Ramos hizo el primero de cabeza y Bale un jugadón para poner el segundo. Tras una buena media hora, los blancos cambiaron radicalmente: feria defensiva y en la portería, con bajón anímico incluido. La Real se vino arriba y terminó goleando.

01/09/2014 | Sergio Martínez | Fn

El partido del Real Madrid en Anoeta es digno de estudio en las mejores escuelas de parapsicología. Allí podrán estudiar cómo un equipo puede cambiar tan radicalmente en pocos minutos y sin explicación alguna. De arrollar al rival con buen juego y goles a encajar dos goles seguidos con fallos múltiples y desconectarse para terminar humillados.

La parte buena es que el Madrid comenzó mostrando una cara muy apetecible. Con un centro del campo formado por Isco, Modric y Kroos, más James supliendo la baja de Cristiano Ronaldo, los blancos se movían con fluidez y libertad, mientras que la Real Sociedad se veía reducida a la nada más absoluta. Tardó poco Ramos en hacer el primero tras un saque de córner de Kroos, y poco después Bale marcaba tras un caño precioso. Parecía que el partido estaba finiquitado y acabaría en goleada, pero entonces todo cambió.

La defensa del equipo de Ancelotti da más miedo defendiendo que tener 80 llamadas perdidas de tu pareja tras una noche de juerga. Ha recuperado esa habilidad ancestral de montar un harakiri en cada balón aéreo, y la eleva a la máxima potencia. En un córner, Ramos se olvidó de que para defender hay que hacer marcajes, e Iker sigue pensando que pasar de la línea de gol está castigado con la silla eléctrica. El balón voló por el área pequeña hasta alcanzar la cabeza de Íñigo Martínez, que lo tuvo a huevo.

Cinco minutos después, un centro desde la banda izquierda (para demostrar que el Madrid falla sin discriminar izquierda o derecha) acabó rematado por Zurutuza tras correr solo durante unos metros y plantarse frente a Casillas, que cayó como los grandes troncos recién talados y no pudo evitar el gol. En seis minutos, empate y cortocircuito mental. Comenzaba la hora de la chirigota del Madrid.

Todo un festival de cante fue ofrecido al público de Anoeta, que comenzó a disfrutar lo que parecía imposible minutos antes. Ahora mandaban ellos, que para eso el Real Madrid se autolesionaba una y otra vez. Pérdidas de balón, malos marcajes, salidas irrisorias de Casillas por alto, ni una buena combinación. Todos desafinaban con una precisión asombrosa. Zurutuza, que pasaba por allí y vio un balón, coló el tercero en la portería de un Iker que ya se había tirado al otro lado décimas de segundo antes del disparo. Eso es adivinación.

El resto es historia: los de Arrasate crecidos, los blancos en su versión más penosa y con el colofón de un gol ilegal de Vela por mano en el que Casillas y tres jugadores se quedan quietos reclamando. De hecho, el portero ni siquiera intentó parar el disparo. Pasó limpio entre todos los moai madridistas, y supuso el cuarto gol. Aún tiene que dar gracias el Madrid de que no perdieran por más goles, pues estuvo cerca. Como novela dramática estuvo perfecto. Como espectáculo futbolístico, este Real Madrid es capaz de perder con cualquiera que sepa poner un centro. De la Décima a la lástima en sólo cien días.

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