La delegación griega ha abandonado Bruselas tras una breve negociación con las instituciones acreedoras, la cual ha acabado sin acuerdo sobre las reformas y los ajustes que se deben efectuar. Ambas partes aseguran que las diferencias, tras este fin de semana, siguen siendo "importantes".
14/06/2015 | Fn | Ulises Arce
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker "ha hecho un último intento este fin de semana para hallar, a través de representantes personales y en estrecha cooperación con expertos de la CE, el BCE y el FMI, una solución con Alexis Tsipras, el primer ministro griego, que permitiera una evaluación positiva a tiempo para el Eurogrupo el próximo día 18", señalaron fuentes comunitarias.
"Aunque se han logrado algunos progresos, las conversaciones no prosperaron. Permanece una importante brecha entre los planes de las autoridades griegas y las exigencias comunes", han agregado desde Bruselas. Además, las instituciones acreedoras (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) consideran que "las propuestas griegas siguen siendo incompletas".
Por su parte, el Gobierno griego ha recalcado que no aceptará las reducciones de pensiones y subidas del IVA que exige el FMI y afirmó que ha entregado propuestas adicionales, la mayoría destinadas a cubrir la brecha fiscal y superávit primarios, como medidas para avanzar las negociaciones.
Fuentes gubernamentales señalaron que el Ejecutivo "reitera en términos muy claros" que no volverá a aceptar nuevas reducciones de las pensiones y los salarios, o aumentos del IVA, de productos de primera necesidad, como la electricidad.
El plazo del 30 de junio se acerca peligrosamente. Ese día finaliza la prórroga dada para negociar y el plazo para que Grecia pague al FMI 1.600 millones de euros. El movimiento de papeles, de reuniones y de rumores desborda a todas las partes como síntomas de la llegada de esa fecha.
Sin embargo, no hay motivos para alarmismos. Aún se barajan todo tipo de posibilidades: Un acuerdo total. Un impago. Un control de capitales para evitar la salida de dinero. Que el BCE afloje la presión con un desembolso, por parte de Grecia, de parte del rescate como reflejo de compromiso total. Dar a Atenas el dinero reservado para sus bancos, más de 10.000 millones, con el visto bueno del Eurogrupo. O incluso una nueva prórroga.
