La renovación del PSOE tras Rubalcaba divide a los primeros espadas

El PSOE post-Rubalcaba ha arrancado con tanta fuerza como confusión. Tras el anuncio del todavía secretario general del partido de abandonar el cargo tras un Congreso extraordinario en julio, han brotado varios postulados sobre qué, cómo y cuándo hacer el mejor relevo posible en la dirección socialista de cara a 2015, año de elecciones municipales, autonómicas y generales.

El PSOE ya tenía previstas en noviembre de este año unas primarias para elegir al candidato o candidata a las generales y en septiembre u octubre para las autonómicas. Sin embargo, el descalabro en las elecciones europeas (9 escaños menos; 2,5 millones de votos perdidos) ha obligado al líder socialista a reformar Ferraz cuanto antes con un Congreso extraordinario para cambiar la ejecutiva nacional y unas primarias adelantadas para los candidatos a los comicios. Por ahora, éste sería el orden a seguir.

Por lo tanto, el calado de la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba no sería tal si no se hubieran levantado tantas opiniones discordantes sobre cómo afrontar el cambio. El PSOE tiene marcado en sus estatutos que para elegir al secretario general del partido y su ejecutiva debe celebrarse un Congreso, donde los delegados (956 con derecho a voto en el último realizado) escogen a su líder. Sin embargo, esa fórmula no parece convencer a algunos sectores del partido que reclaman dos cosas: o derecho al voto para toda la militancia (más de 200.000 personas) o primarias abiertas, para que cualquier ciudadano que desee votar pueda hacerlo. La primera tesis parece gustar más a los barones socialistas, aunque debería encajarse en los estatutos de la formación si se quiere emplear. El gran artífice de esta idea es Eduardo Madina, quien dijo que sólo se presentaría a secretario general si la militancia vota directamente. Por otra parte, la vía de las primarias abiertas está siendo defendida por la reaparecida Carme Chacón. La ex-ministra, fuera del primer plano político desde su marcha a Estados Unidos, ha vuelto de las Américas con un mensaje claro: abrir el partido ante la ola de democracia participativa que vive la izquierda española y de la que el PSOE no sólo no está siendo partícipe, sino que está siendo el gran castigado. Lo que no está tan claro es si Chacón se presentará como candidata.

Susana Díaz irrumpe con fuerza

La líder del partido socialista en Andalucía y presidenta de dicha comunidad, Susana Díaz, ha entrado en la escena nacional gracias a la voz de las urnas europeas. El PSOE-A ha ganado con gran holgura al PP en Andalucía, con un 35% de los votos, demostrando que la 'herencia recibida' no ha mermado al socialismo andaluz, al igual que en Asturias y Extremadura. La diferencia es que, gracias a esta gran victoria, uno de cada cuatro votos socialistas es andaluz, otorgando a la federación que preside Díaz una influencia capital dentro del partido, máxime cuando el otro gran bastión socialista, Cataluña, se ha perdido sin paliativos.

Díaz, preguntada insistentemente sobre si se presentará a la carrera por el liderazgo del PSOE, ha remarcado que su intención es continuar en la presidencia de Andalucía, pese a los apoyos abiertamente manifiestos de varios líderes federales del partido, como el valenciano Ximo Puig, el madrileño Tomás Gómez o el manchego Jesús Fernández Vaquero, entre otros. No es sorpresa que Susana Díaz sea vista como el soplo de aire fresco que precisa el PSOE, pues hasta su ascenso a la presidencia de Andalucía (tras la dimisión de José Antonio Griñán) era una desconocida en el panorama actual, mientras que a día de hoy es una de las figuras más respetadas del socialismo.

Otro 'desconocido' que empieza a sonar como candidato es el diputado por Madrid Pedro Sánchez, quien en declaraciones a la agencia EFE ha afirmado que "sopesa seriamente" presentarse, aunque su decisión no está tomada hasta no saber con qué apoyos cuenta.

El caso es que, aunque suenan muchos nombres, nadie ha querido ser el primero o primera en postularse para la secretaría general. Seguramente no conoceremos los nombres hasta que se dilucide si se hará primero un Congreso para después celebrar primarias o al revés. La elección no es baladí, pues la imagen del partido quedará condicionada por su aperturismo o continuismo en sus procederes.

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