- El temor de un nuevo Prestige y la aparición de un reguero de manchas de combustible que aparece en seis kilómetros de mar son suficientes motivos para tener en alerta a todas las autoridades canarias.
El pesquero de bandera rusa Oleg Naydenov ha terminado en el fondo del Atlántico, a unos 2.400 metros de profundidad y a unas 15 millas (24 kilómetros) al sur de punta de Maspalomas (Gran Canaria). Los grupos ecologistas daban por hecho este miércoles que este accidente desencadenará un vertido debido a los daños en el casco y a la presión que debe soportar a esa profundidad.
El buque, de 120 metros de eslora y denunciado en varias ocasiones por pesca ilegal, tenía almacenadas en sus tanques 1.409 toneladas de fuel. Un avión de Salvamento Marítimo, que forma parte del operativo anticontaminación activado hoy, ha detectado restos de combustible cerca de la zona del hundimiento, que se produjo en la noche del martes al miércoles lo que ha hecho saltar todas las alarmas.
Esas irisaciones (manchas poco compactas de fuel) se extendían por una zona de unos seis kilómetros de largo, según Salvamento Marítimo, que está pendiente de este buque desde el sábado 11 de abril, cuando el barco se incendió en el puerto de Las Palmas. Ninguno de los 72 tripulantes resultó herido y el incendio a bordo se extinguió el lunes, pero fue en mar abierto, adonde fue enviado el barco por el riesgo de dejar un buque con probabilidad de explosión en pleno puerto.
Evitar que llegue a una zona de Lugar de Interés Comunitario (LIC)
Las dimensiones del accidente, en caso de producirse, serían mucho menores que las del Prestige. Aquel buque transportaba 77.000 toneladas de fuel, frente a las 1.400 del Oleg Naydenov. Sin embargo, la zona a la que fue llevado el buque tras el incendio está próxima a un área que el Ministerio de Medio Ambiente está protegiendo bajo la figura de Lugar de Interés Comunitario (LIC) por su importante valor ecológico.
Salvamento Marítimo, dependiente del Ministerio de Fomento, ha asegurado en la tarde de este miércoles que las manchas detectadas de combustible se dirigían hacia el suroeste de Gran Canaria, con lo que la previsión era que no acabaran afectando a las islas. Tampoco, por tanto, al LIC. Mientras tanto ese reguero de combustible mantiene en jaque a las autoridades que tienen en el buque ruso un problema que puede ir a más.