El espeleólogo superviviente describe el rescate como "una chapuza"

  • El espeleólogo Juan Bolívar Bueno, el único superviviente del accidente ocurrido la semana pasada en un cañón de Marruecos, ha relatado su experiencia en las montañas del Atlas y ha descrito el rescate como algo fuera de lo normal, como "una chapuza”.

Seis días desde que cayeron por el barranco hasta que fueron sacados. Seis días donde Bolívar emocionado contó lo vivido con sus compañeros: “Los vi hablando a los dos (Gustavo Virués y José Antonio Martínez), miré para abajo un momento y al volver a mirar los vi cayendo… Era como una película. No piensas que está pasando de verdad”.

El policía nacional y espeleólogo Bolívar, que llegó a España tras sobrevivir al accidente de Marruecos en el que murieron sus dos compañeros de expedición, compareció ante los periodistas acompañado por su padre y por miembros de Club de Espeleología Ilíberis.

Bolívar contó: “Nosotros tres caminamos juntos, tranquilos, durante muchas horas. No éramos un grupo que va de excursión, llevábamos todo punto por punto: dossier, un plano topográfico, que nos decía que a los 500 metros que nos quedaban habría una cascada y a cinco metros un atajo”.

En un momento dado, Virués y Martínez cayeron al vacío. El superviviente no pudo reprimir el llanto al recordarlo. Virués falleció del impacto. “No tenía movimiento. Los ojos, blancos. Estaba muerto”, dijo Bolívar, que vio que no podía hacer nada por él; y fue hacia Martínez, que estaba herido, le ayudó a desprenderse del arnés y lo bajó.

El policía Bolívar estuvo atendiendo a su amigo desde el domingo 29, tras comprobar que Gustavo había fallecido por la caída. “Cogí toda la ropa de abrigo que puede y se la eché encima”. Durante cinco días, Bolívar cuidó a su compañero, le dio de comer y hablaban entre sí. Un agónico relato.

La llegada de los gendarmes

"Cinco días después acudieron dos gendarmes con cuerdas a rescatarnos. Me dijeron que no tenían maquinaria y que todo sería a pulso", contó Bolívar. Le lanzaron una cuerda a Bolívar y una camilla: “Yo vi que nadie bajaba para ayudarme y me negué a meterlo en la camilla porque no soy médico”. Entonces descendió un gendarme y puso al accidentado en la camilla. “Aguanta cinco minutos, que estamos vivos y nos vamos a casa”, recuerda el superviviente que le dijo a José Antonio antes de que comenzaran a tirar de él.

Bolívar escuchaba a su compañero ahogarse cuando los gendarmes comenzaron a subir la camilla a pulso. “Tuve que agarrarlo yo con mis fuerzas, y no me explicaba nada. ¿Por qué no había tirón de cuerda? Yo no lo veía lógico y cuando hubo otro tirón, la camilla se fue directa a la catarata”. El gendarme que iba enganchado salió como pudo y dejó a José Antonio en el agua. “Me decía que tenía fuera la cabeza”, recuerda Bolívar. “Yo no sabía qué hacer. Las cosas no tenían explicación. José Antonio seguía en el agua. Y yo le escuchaba decir: ‘que me ahogo, que me ahogo’. Y ahí pasó toda la noche”, rememoró el amigo. "Al día siguiente, tras una noche en el agua falleció", explicó Bolívar en la rueda de prensa.

“José Antonio llevaba cinco días aguantando como un jabato gracias a su fortaleza. Era un grande, y por cinco minutos que me separo, me lo matan”. Los expedicionarios que acompañaban este jueves al superviviente detallaron cómo era la expedición: “Lo de José Antonio ha sido un asesinato por negligencia del Gobierno marroquí para dar imagen al mundo de que están preparados y del Gobierno español por creérselo y no poner los medios”, aseguró José Morillas.

Tres niveles de responsabilidad

Juan de Dios Pérez Villanueva, coordinador del club Ilíberis, ha considerado que en este asunto hay tres niveles de responsabilidad, el menor de los cuales correspondería a los gendarmes que intentaron rescatar a Martínez y que se emplearon “hasta el límite de sus fuerzas”.

El segundo nivel de responsabilidad sería, en opinión de Pérez Villanueva, el del mando directo de los gendarmes por destinar “solo dos personas al rescate” y por último el Gobierno de Marruecos por “no aceptar la ayuda del Gobierno español”, el cual debería haber ideado “un plan b”.

Fuente: El País

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